Lecciones de la victoria de Mamdani en Nueva York

Un joven político musulmán de 33 años, que se reafirma de izquierdas en un país en el que la sola mención de esta palabra significa todo un desafío, nacido en Kampala, Uganda, ha ganado las elecciones a la alcaldía de Nueva York, la ciudad más poblada de Estados Unidos, enfrentándose a toda la ultraderecha trumpista y al poder económico representado por la dinastía de Andrew Cuomo, gobernador e hijo del poderoso gobernador Mario Cuomo, del Partido Republicano. Y lo ha hecho de manera incontestable, obteniendo una enorme victoria por más de nueve puntos, a pesar de oponerse a las élites económicas de la ciudad que dieron importantes cantidades de dinero a su rival y, por supuesto, teniendo en contra a todo el aparato gubernamental e institucional del mismísimo presidente todopoderoso Donald Trump.

Durante la larga campaña electoral no cesaron las furibundas amenazas, insultos y descalificaciones lanzados día tras día por Trump contra Mamdani en numerosos actos públicos, contando con el altavoz de los medios de comunicación desde la mismísima Casa Blanca, sin que le hicieran perder en ningún momento su radiante sonrisa y buenas maneras, demostrando un dominio del lenguaje y una enorme capacidad de empatía hacia las personas más golpeadas de la ciudad, sin apartarse un milímetro de su programa transformador para Nueva York, opuesto de la ola reaccionaria que vive el país.

Una de las muchas lecciones del éxito de Zohran Mamdani es haber conseguido movilizar a un ejército de voluntarios en apoyo de su candidatura que han trabajado en el año previo a las elecciones de una manera capilar, barrio a barrio, puerta a puerta, haciendo reuniones con familias y en casas particulares para explicar la naturaleza del cambio que se quería impulsar desde la alcaldía en la ciudad. Con ello, pudieron llegar a millones de personas de forma directa, explicando un programa muy cercano a las necesidades reales de la gente, sobre todo de trabajadores desencantados con la política, cuyos principales ejes se centraban en congelar los alquileres hasta el año 2030 y crear miles de alojamientos nuevos a precios baratos, hacer gratuito todo el transporte público de la ciudad y ofrecer guarderías para todos los niños menores de cinco años sin coste alguno.

De esta forma, Mamdani ha sido capaz de articular una campaña completamente distinta a las habituales, basada y centrada en las personas por encima del abundante dinero del que han dispuesto sus rivales y opositores, con un lenguaje y un discurso cercano a la gente corriente, dirigido al corazón de sus necesidades. Todo ello, además, construyendo un equipo de campaña colectivo muy transversal en orígenes y sensibilidades, sabiendo atraerse a personas alejadas habitualmente de la política, capaces de hablar el lenguaje de la calle y de identificar a votantes desencantados.

Sin abandonar su liderazgo carismático, Mamdani ha sabido construir a su alrededor un gran equipo, hablando siempre en clave colectiva, hasta el punto de contestar a muchos de los insultos y amenazas lanzadas por Trump poniendo voz a ese enorme grupo de campaña y a sus electores. “Escúcheme, presidente Trump, cuando digo esto: para llegar a cualquiera de nosotros tendrá que pasar por encima de todos”, afirmó en su discurso tras la victoria, en respuesta a las numerosas provocaciones que el decrépito presidente reaccionario le dirigió desde el mismísimo Despacho Oval de la Casa Blanca durante la campaña. Frente a un presidencialismo unipersonal egocentrista como el que representa Donald Trump, Zohran Mamdani ha sabido construir un proyecto colectivo asumido por millones de personas de forma activa, todo un cambio revolucionario en la política estadounidense.

Mamdani es una persona dinámica, alegre, que habla el lenguaje de las personas corrientes, sin que en ningún momento se dirija a sus votantes como si fueran idiotas, defendiendo un socialismo pragmático que no ha dejado de condenar el genocidio de Israel contra Gaza y de apoyar al pueblo palestino, recibiendo innumerables insultos y hasta amenazas de muerte por ello. Su victoria demuestra que hay posibilidades reales de derrotar a la poderosa ola reaccionaria que avanza por el mundo reivindicando políticas de izquierdas que den respuesta a los trabajadores olvidados y arrinconados desde hace décadas.

Pero el desafío que tiene por delante Mamdani es gigantesco porque la ciudad y sus problemas también lo son. Nueva York es una ciudad carísima, cercana a los diez millones de habitantes, donde anida el núcleo del poder económico y corporativo de los Estados Unidos, que es tanto como decir del capitalismo global. No es la ideología lo que va a impulsar la ciudad sino medidas rápidas y tangibles que todos sus votantes perciban que mejoran su vida frente al progresivo empobrecimiento que sufren para enriquecer, todavía más, a los sectores económicos y financieros más poderosos. Por si fuera poco, el nuevo alcalde de Nueva York tiene en su contra a un ala muy poderosa del mismísimo Partido Demócrata bajo el que se presentaba como candidato, representado por su vieja guardia, liderada por sindicatos decadentes y hasta por el mismísimo Bill Clinton.

Son muchas las lecciones inspiradoras para una izquierda desorientada que aporta la victoria de Mamdani en Nueva York, demostrando la necesidad de su profunda regeneración, en el fondo y en la forma, para centrarse en la mejora de los fundamentos de la vida de las personas y del planeta.

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