Los resultados electorales del pasado 26J han sido tan sorprendentes que no paramos de hacernos preguntas y buscar explicaciones. Hablando de ello con mi amigo J.L. Vieites tratábamos de interpretar un paisaje electoral tan complejo como inesperado. Por ello, Vieites ha escrito estas líneas, a modo de reflexión realizada desde una posición de claro compromiso político que no esconde, y que me ha pedido albergar en este Blog, algo que hago con agrado. Es evidente que el análisis da para mucho más y que puede analizarse críticamente, pero aporta reflexiones en un momento de tanta confusión.
Corre en ambientes profesionales de sociólogos y politólogos la idea de que las elecciones de Junio no dejan un retrato electoral, sino un retrato social. Aquí van algunas pinceladas para ese retrato, que tienen el mismo nivel de confianza que las encuestas, pero son más baratas.
Más de 7 millones de españoles se retrataron votando al PP, un importante grupo que identifica lo más casposo de la España que vota contra la Antiespaña, sin importarle la corrupción, el latrocinio ni las conspiraciones de los suyos. Un inquietante reflejo de los partidos fascistas que viven de la abyección moral y de la infamia, que odian a los desafectos al régimen y a sus ciudadanos traidores, y les roban sus símbolos. “Yo soy español, español, español….” un cántico robado a los traidores que debilitan al partido, y por tanto a la patria. Más llamativo es ese malsonante “sí se puede” de la calle Génova , que recuerda al chotis de aquel otro “hemos pasao decimos los facciosos” cantado por Madrid. Pues sí, cantados en la calle Génova la noche de la venganza son cánticos facciosos. Fin de la pincelada azul.
La pincelada rosa no es menos costumbrista. Unos votantes de la gauche divine instalada en la zona de confort, que no saben –ni les interesa- de procesos, prefieren mantener su pureza ideológica antes que mezclarse con gentes de diversos pelajes sin pedrigí político. Ocupados en su cómoda vida se desentienden de sus compatriotas –ahí se las compongan- buscando en la abstención una justificación a su carencia de compromiso social.
Más o menos otros cinco millones, una clase media pacífica, hastiada de tanta podredumbre, se refugia en vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, votando a un partido llamado socialista, y por ende –la magia del nominalismo – de izquierdas.
Falta un pincelada multicolor, los cinco millones que se comprometieron con un ideal de transformación social, los votantes de Unidos Podemos. Andan diciendo los medios que son los perdedores, sin embargo son la gran esperanza: son más jóvenes, plurinacionales, multiculturales, creadores de conciencia. Hace seis años esta gran masa efervescente y en formación nos era desconocida, estaba, por así decir, en la caverna de Platón. Pero estaba, y hoy sale a la luz portando significantes transformadores, apostando por la generación de un conocimiento colectivo.
Volviendo a un lenguaje de politólogo, que la unidad de la izquierda haya perdido más de un millón de votos en seis meses se ve como un gran descalabro, si esta unidad se mira tan solo como suma aritmética, en una corta visión diacrónica de Diciembre a Junio. Pero si la mirada es amplia, la unidad marca el camino a seguir, la unidad en lo diverso, como el mar, mientras se van uniendo más y más. No es la hora de sacar las navajas en una lucha cainita –una más- por buscar culpables, sino la hora del aprendizaje colectivo. La pregunta no es por qué nos han abandonado un millón de votantes que considerábamos nuestros -¿en propiedad?- sino por qué y para qué nos juntamos cinco millones.
Gracias Carlos, muy certeros los analisis del señor Vieites, frente a la desolacion debe primar el trabajo, la perseveranza y la esperanza
… siempre encuentro en las palabras tuyas y de las voces que nos traes ,la certeza de que mi corazón haya un lugar donde abrigarse.gracias Carlos
Gracias, lo que dices es muy hermoso!