Madrid como problema

En los últimos tiempos, hay una sensación generalizada de hartazgo con Madrid que se extiende por todas las comunidades y regiones, siendo compartida por personas de muy distinta condición. Los dirigentes de la derecha madrileña se han empeñado en actuar al margen y de espaldas a eso que la misma derecha castiza denomina España, como unidad indisoluble en lo universal, pero que a la hora de la verdad han acabado por convertir en un circo al servicio de los caprichos de los líderes de la derecha madrileña.

Hace pocos años se decía un día tras otro que el problema de España eran Cataluña y el sistema autonómico. Incluso desde la derecha se proclamaba la necesidad de limitar al máximo el Estado de las autonomías y revertir al Gobierno central buena parte de sus competencias. Sin embargo, con la llegada de Isabel Díaz Ayuso a la Comunidad de Madrid, el PP ha encontrado un lugar desde el que hacer oposición sin miramientos al Gobierno de izquierdas presidido por Pedro Sánchez, impulsando una política ultraderechista feroz junto con Vox para reivindicar muchos de los postulados delirantes de Donald Trump a base de oponerse, rechazar, bloquear, exigir, boicotear, torpedear, impedir, obstaculizar y criticar todo aquello que se decide desde el Gobierno central y por el resto de las comunidades.

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Andorra como pretexto

Es cierto que a nuestro Gobierno se le acumulan los problemas, muchos de ellos de una profundidad inusitada, pero creo que la declaración pública del conocido youtuber “El Rubius”, afirmando que trasladaba su residencia a Andorra para evitar pagar impuestos en España, merecía una respuesta oficial por parte de algún responsable gubernamental, para hacer pedagogía social básica sobre el papel del Estado y la importancia de contribuir a su funcionamiento y financiación. Y no hablamos de algo menor en momentos en los que, desde todos los sectores, grupos económicos y colectivos se demanda la protección e intervención del Estado ante los daños causados por el coronavirus en nuestra sociedad.

El discurso neoliberal extendido de manera salvaje ha puesto en la diana de sus críticas al Estado, al que se acusa de todo tipo de males, proponiendo su reducción a la mínima expresión. Al mismo tiempo, desde quienes defienden con ardor estas políticas, consideran que es la empresa privada y son los mercados los que tienen que llevar a cabo buena parte de las acciones que en la actualidad desempeñan los Estados a través de los servicios públicos, mediante una asignación eficiente de recursos, un discurso sumamente perverso cuyos negativos efectos sufrimos con dureza durante la Gran Recesión.

De manera que, para estos paladines del capitalismo salvaje y despiadado, es la búsqueda del beneficio el objetivo que debe guiar la prestación de servicios esenciales, a los que se accedería pagando, de manera que solo aquellos que tienen recursos podrían beneficiarse. Todo ello, además, se complementa con uno de esos mantras tan dañinos que la derecha viene predicando de manera sistemática, convertido en dogma de fe, como es la bajada y eliminación de impuestos, un misil que de manera deliberada se lanza contra la línea de flotación del Estado, al vaciarle de recursos básicos para atender las demandas y obligaciones de servicios a la población. Curiosamente, como no paramos de ver, quienes defienden esto son luego los primeros en asegurarse suculentos sueldos del mismo Estado al que quieren dejar sin medios, favoreciendo a empresarios, amigos, familiares y compañeros de partido con todo tipo de subvenciones, ayudas, contratos y prestaciones públicas, financiadas eso sí por el Estado al que, como termitas, van carcomiendo y debilitando.

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El legado de Trump entre nosotros

Me pregunto qué habrá avergonzado más a los norteamericanos, si el asalto a la sede de su soberanía nacional o las características de la cuadrilla de frikis que lo protagonizó y que, a juzgar por las imágenes retransmitidas en directo, tenían la inteligencia justita para pasar el día. Patriotas les llamaban la familia Trump antes del asalto, ¿les suena? Y es que, contemplar a atacantes al Capitolio de la nación más poderosa del mundo portando su tarjeta de identificación colgada del cuello, fotografiándose llevando el atril de oradores que pocas horas después pusieron a la venta en una web de subastas por internet y sentándose en el sillón de la presidencia de la Cámara portando en la cabeza una cornamenta de búfalo no deja en muy buen lugar a los seguidores del todavía presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. No es de extrañar que, tras las imágenes del intento de golpe al Congreso que vimos con sorpresa en todo el planeta, el propio Trump rechazara con desprecio a los mismos atacantes a los que él había empujado a la barbarie, llamándoles “chusma”, que dicho por este personaje tan lamentable tiene su poesía.

            Ahora bien, el violento asalto al Capitolio, que dejó cinco muertos, incluyendo un oficial de policía, no fue un acto aislado ni la voluntad de una turba de tarados, ni mucho menos, sino un intento de golpe de Estado en toda regla instigado por Trump y su entorno, como culminación de un proceso basado en la radicalización social mediante el odio y el racismo, impulsando la ruptura de la sociedad y un continuado ataque a las instituciones políticas y democráticas en ese país. Para ello, se han utilizado las redes sociales y determinados medios de comunicación, con el apoyo de supremacistas blancos y ultraderechistas religiosos, construyendo una realidad a medida basada en mentiras, teorías conspirativas y falsedades continuadas que permitiera consolidar un proyecto basado en la violencia estructural, capaz de controlar el poder judicial para favorecer a las oligarquías blancas más acaudaladas y a las élites empresariales, a las que se han concedido rebajas de impuestos y bonificaciones, ¿les suena?

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Debates y controversias en la cooperación al desarrollo

Mi último libro, «Debates y controversias en la cooperación al desarrollo. Fondos privados de ayuda, acuerdos neocoloniales y ayuda a refugiados», (Alicante, 2020) sale a la luz publicado por la Universidad de Alicante, en su colección de materiales docentes.

Si algo demuestra este libro es que, la ayuda al desarrollo, lejos de construir, fortalecer o impulsar estructuras o procesos que den respuesta a las necesidades de las personas más necesitadas, con demasiada frecuencia las anula o desmantela bajo la lógica del libre mercado, del impulso a las empresas privadas y del avance de acuerdos comerciales asimétricos que reproducen dinámicas neocoloniales. Salvo en su versátil cooperación descentralizada, la débil cooperación estatal promovida por España ha ido incorporando con el tiempo un buen número de las prácticas internacionales más neoliberales y posibilistas, debilitando y dañando valiosas intervenciones con organizaciones y movimientos en países empobrecidos, al tiempo que erosionaba cualquier atisbo de razón crítica. Por ello es tan necesario repensar la teoría y la práctica de la ayuda al desarrollo, en lugar de seguir impulsando por inercias prácticas dañinas, como se exponen en este trabajo.

En este libro su autor reivindica la necesidad de análisis rigurosos del conjunto de procesos políticos, económicos, ecológicos y comerciales que están presentes en las políticas e intervenciones de la ayuda al desarrollo, reformulando en profundidad el significado de la solidaridad global para superar viejos paradigmas y muchas de las interesadas políticas fracasadas que la modelan. Para ello, hoy más que nunca, es importante insistir en la importancia de conceptos como justicia, libertad, emancipación, derechos y dignidad, que orienten unas políticas de ayuda al desarrollo que, con demasiada frecuencia, han olvidado estos principios, para tratar de ponerse al servicio del capital y dar más poder a las élites económicas. Sin esperanza, no hay futuro, y la ayuda al desarrollo tiene que ser constructor de un futuro esperanzador.

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75 aniversario de las Naciones Unidas

En un año dominado por la pandemia del covid 19, en medio de una crisis social y económica de dimensiones épicas y cuando tensiones mundiales causadas por problemas como el cambio climático, las migraciones forzosas y una desigualdad creciente no dejan de agigantarse, hablar del 75 aniversario de las Naciones Unidas, cumplido hace unas pocas semanas, puede parecer inoportuno al ser tantos los malestares y desafíos. Sin embargo, muy al contrario, estamos ante una de esas conmemoraciones que tenemos que rememorar con una cierta satisfacción, a pesar del balance insatisfactorio de su andadura a lo largo de estos tres cuartos de siglo.

​El 25 de octubre de 1945 fueron ratificados los estatutos de una novedosa Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobados tres meses antes en la llamada Carta de San Francisco, celebrándose la primera Asamblea General de los países miembros en enero de 1946. Esta inédita institución formaba parte de la nueva arquitectura internacional impulsada por Estados Unidos tras la devastadora Segunda Guerra Mundial, sumándose a las organizaciones surgidas con anterioridad en la conferencia de Bretton Woods, de julio de 1944, en la que vieron la luz el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Fomento (BIRF), embrión del Banco Mundial.

​En un mundo asolado por un conflicto global nunca antes visto en la humanidad, las Naciones Unidas trataban de ser una organización novedosa, capaz de promover la paz al limitar el uso de la fuerza entre países mediante instrumentos jurídicos y políticosque garantizaran el respeto al derecho internacional, promoviendo unos derechos humanos básicos inherentes a la dignidad humana. El reconocimiento a la soberanía de los Estados, junto al impulso a los procesos de descolonización que por aquel entonces se extendían en países del Sur, eran piezas fundamentales para crear espacios de colaboración entre los diferentes países que permitieran impulsar la estabilidad, la prosperidad y la cooperación global para la solución de los problemas en el mundo. Uno de sus éxitos se demuestra al comprobar cómo esta institución ha pasado de contar con los 50 países que pertenecían en sus inicios, a los 193 que forman parte en la actualidad, la totalidad de la humanidad.

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Vecinos del Pla despreciados

He defendido en diferentes ocasiones que Alicante tiene unas condiciones magníficas para ser una ciudad envidiable con elevados niveles de bienestar, pudiendo avanzarhacia la equidad mediante la transición ecológica y social. Pero por motivos de distinta naturaleza, desde el Ayuntamiento no se han dado los pasos para ello, haciendo que la ciudad permanezca instalada en la deriva en la que se encuentra desde hace ya demasiado tiempo.

​En el mismo sentido, creo que el abandono y la degradación palpables en el municipio en demasiadas facetas no son el producto de un cálculo deliberado, porque no me cabe la menor duda de que sus concejales desean lo mejor para Alicante y sus funcionarios trabajan con este fin. Bien es cierto que hemos visto a no pocos ediles incapaces de actuar con arreglo a sus responsabilidades, al tiempo que también algunos funcionarios de peso han venido haciendo una clara dejación de sus obligaciones.

Son tantos los ejemplos que podemos encontrar de lo que decimos que basta con revisar los ejemplares de este diario en los últimos años para completar toda una enciclopedia. Y no me refiero, únicamente, a decisiones grandes e importantes, sino apequeños detalles y actuaciones que son las que hacen el día a día. Como se dice confrecuencia, el diablo está en los detalles y con ellos tenemos toneladas de ejemplos para arrojar sobre la plaza de nuestro ayuntamiento como escombros de la pasividad y del abandono por el que esta ciudad avanza.

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Cuando las mujeres disfrutaban más

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Me gustan las investigaciones cuyos títulos no te dejan indiferente, invitando a detenernos y tratar de comprender lo que sus autores han estudiado durante años. Con mayor motivo si hablamos de un trabajo académico inusual que es capaz de manejar con solvencia el feminismo, las relaciones internacionales, las políticas sociales, los derechos laborales, la maternidad, la conciliación familiar, la sexualidad, la historia y la economía. Y si, además, tiene el valor de adentrarse en una etapa reciente de nuestra historia tan importante como la Guerra Fría, que ha sido ampliamente estudiada desde el punto de vista militar y geoestratégico, pero escasamente analizada desde otras disciplinas sociales, pues el resultado no puede ser más prometedor.

Es lo que sucede con el trabajo de la profesora de estudios de Europa del Este y etnógrafa, Kristen Ghodsee, que lleva por título Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo, publicado en España por la editorial Capitán Swing y que condensa veinte años de investigaciones académicas y docencia universitaria. Concentrar en un título dos conceptos aparentemente antagónicos, como es el placer de la mujer y el socialismo, supone un riesgo indudable que pone a muchos en guardia, pero el resultado ha sido tan sugerente como interesante.

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Comprender las migraciones

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Desde hace demasiado tiempo, Europa no comprende adecuadamente el significado de las migraciones que se viven a sus puertas y sus dirigentes mantienen una visión postcolonial sobre los países de donde proceden los inmigrantes. La misma visión que tuvieron los países europeos en la Conferencia de Berlín de 1885, cuando se repartieron África para detener la expansión de los salvajes paganos que allí vivían, proponiéndose “instruir a los nativos y llevarles las bendiciones de la civilización occidental”, como rezaba el artículo IV del acuerdo suscrito por los estados que se apropiaron del continente por aquel entonces. Y no estoy defendiendo, en absoluto, que un buenismo ilimitado y tontorrón sirva para abordar adecuadamente desafíos tan complejos, ni mucho menos. Muy al contrario; necesitamos rigor histórico, conocimiento científico y un análisis empírico de una realidad que, con demasiada frecuencia, se nos hurta, se desdibuja o se ignora deliberadamente cuando hablamos de procesos migratorios.

Empecemos por asumir que estamos ante un fenómeno tan ambivalente como complejo, que no se puede plantear en términos lineales, siendo históricamente consustancial a todos los pueblos en todos los tiempos. La capacidad de emigrar con éxito es una de nuestras señas de identidad y una de las razones que explican nuestro fantástico avance evolutivo. Por si fuera poco, el proceso de globalización, la mejora y el abaratamiento de los medios de transporte y el avance de las telecomunicaciones han llevado a que las migraciones se hayan convertido en una dimensión central de nuestros tiempos, como han señalado las Naciones Unidas, estimuladas por las enormes desigualdades existentes a nivel mundial, no solo en términos de recursos y salarios, sino también de derechos, de futuro, de seguridad y de condiciones de vida.

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Dolor de ONG

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En los últimos días, estamos asistiendo a una cascada de informaciones relacionadas con abusos protagonizados por trabajadores de ONG internacionales que han causado estupor e indignación a buena parte de la sociedad mundial.

En primer lugar, tras una amplia investigación llevada a cabo por el diario The Times, se conoció que directivos y personal de Oxfam Gran Bretaña habían cometido abusos y explotación sexual contra mujeres durante su trabajo en Haití, país en el que esta organización trabajaba tras el devastador terremoto de 2010 que causó más de 225.000 muertos y 1.500.000 de damnificados. Los hechos se remontan al año 2011 y fueron conocidos por diferentes responsables de la organización en todo el mundo. En ellos intervino directamente el jefe de Oxfam en Haití, Roland van Hauwermeiren, quien ya había sido despedido en el año 2004 de la ONG Merlín (integrada posteriormente en Save the Children) al cometer prácticas similares en Liberia.

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El colapso de los microcréditos en la cooperación al desarrollo

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Acabo de publicar mi último libro, “El colapso de los microcréditos en la cooperación al desarrollo”, publicado en la Editorial La Catarata, coeditado por el Instituto Universitario de Cooperación al Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid (IUDC), el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) y la Universidad Internacional Tierra Ciudadana de París (UITC), una amplia investigación sobre el origen, evolución e impacto de las micrófinanzas en el mundo.

Durante décadas, los microcréditos se han presentado como uno de los dogmas más exitosos en la lucha contra la pobreza, repletos de bondades, éxitos y beneficios. Sin embargo, éstos no han cumplido las numerosas promesas que los organismos internacionales y ONG hicieron, hasta el punto que se puede afirmar que los microcréditos representan uno de los mayores fracasos en las políticas de cooperación al desarrollo, siendo utilizados en no pocas ocasiones de forma fraudulenta para impulsar políticas e intervenciones neoliberales radicalmente contrarias a los supuestos beneficios que con frecuencia se publicitan hacia sus destinatarios. De hecho, las microfinanzas viven en todo el mundo un proceso de cuestionamiento y desmoronamiento muy profundo, tanto por algunos sucesos de enorme gravedad que han alimentado, como por el resultado de investigaciones, evaluaciones y publicaciones de relevancia, prácticamente desconocidos en España. Este libro desarrolla los estudios que sobre esta materia he venido realizando, utilizando una amplia batería de documentos e investigaciones académicas de importancia. Se analizan los orígenes, la evolución, el auge y cuestionamiento de las microfinanzas en todo el mundo y su controvertido papel en España, examinando las razones de sus desmoronamiento así como los problemas y limitaciones más importantes de las microfinanzas.
Avanzo el prólogo del libro
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