Cazando mendigos en Alicante

Fotografía: Carolina Pascual / Diario Información

Al final, la imagen de la vergüenza en Alicante se ha producido, como bien informaba este diario el pasado fin de semana, recorriendo toda España, incendiando las redes sociales y ocupando multitud de referencias en diferentes medios de comunicación. Nuestra ciudad es ejemplo de intolerancia y barbarie contra las personas más débiles, paradigma de inhumanidad y crueldad hacia los más pobres desde las políticas que lleva a cabo la derecha del PP y Cs con el apoyo de la extrema derecha de Vox.

En la fotografía captada por Carolina Pascual que ocupaba la portada del ejemplar de Información del pasado domingo, y que ha recorrido el país de punta a punta, dos policías municipales están sancionando a una mujer sentada en el suelo recostada contra la pared en una céntrica avenida de la capital. Las ropas y el carro azul a su lado delatan su condición vulnerable, estando acompañada por un dócil perrillo negro como única compañía. A su vez, las personas que caminan y contemplan la escena, miran con una mezcla de asombro y curiosidad. Como se informaba en la noticia, la mujer recibió el acta de denuncia con absoluta corrección, siendo requerida a que se marchara, obedeciendo de inmediato y saludando amablemente a los policías que le entregaban la notificación. El alcalde, Luis Barcala, había puesto en marcha la ordenanza de la vergüenza, que entró en vigor hace un mes, incoando la primera multa a una mujer que mendigaba, sin ejercer coacción ni molestar a los transeúntes.

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Carolinas resiste

Quedo para charlar en uno de los lugares emblemáticos de Carolinas Bajas, la librería y cafetería Fahrenheit 451, convertida en símbolo de los cambios que está viviendo este barrio, con tres de los vecinos que impulsan desde hace años su hermoso dinamismo hasta convertirse en símbolo del nuevo movimiento vecinal de Alicante. Pero del movimiento vecinal real, comprometido, el que está con la gente y no se pliega a convertirse en simples comparsas de los gobernantes municipales, luchando contra las adversidades y la falta de apoyo para dinamizar uno de los barrios más importantes de la ciudad, construyendo alternativas ante años de abandono.

Quedar una tarde de lluvia en Alicante, ante una mesa camilla y con un café, para charlar sobre un barrio combativo de la ciudad, rodeados de buenos libros, hace que las horas te envuelvan sin tener conciencia del tiempo, escuchando, aprendiendo y conociendo cómo hay muchas personas que no se resignan a que esta ciudad se consuma por la desidia, trabajando a pie de calle para impulsar dinámicas sociales y vecinales innovadoras que apuestan por la revitalización ciudadana a pie de calle.

Con pasión y entusiasmo, Sento Oncina, Anne Ponsart y Fernando Patón me explican toda la trama de actividades que se llevan a cabo en este barrio, las muchas iniciativas singulares que reivindican espacios olvidados, que tratan de regenerar lugares abandonados, que construyen convivencia, que apoyan a la gente más desprotegida, que impulsan propuestas de cultura, deporte, ocio, encuentro, convivencia y fiesta ante el desierto que sufren desde las concejalías del Ayuntamiento y sus responsables políticos. Son tantas las actividades que me van explicando que me cuesta anotarlas en mi cuaderno con orden, porque no dan importancia a esta vitalidad ciudadana, sin darse cuenta de la energía que todo ello representa en unos momentos en los que el asociacionismo vecinal está bajo mínimos.

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La extrema derecha gobernando en el Ayuntamiento de Alicante

Mientras Pablo Casado afirmaba con impostada solemnidad que, ante un posible pacto con Vox, nunca sacrificaría los principios del Partido Popular, a lo largo de esta semana, desde el equipo de gobierno municipal de Alicante, presidido por el alcalde popular, Luis Barcala, se han pasado muchos de esos aparentes principios por los mismísimos arcos de la Casa Consistorial, escribiendo una de las páginas más oscuras de la historia democrática de la ciudad.

El alcalde Barcala pasará a la historia como el responsable de meter la ideología ultraderechista en el Gobierno municipal de Alicante por la puerta de atrás, asumiendo y normalizando algunas de sus exigencias más salvajes contra la convivencia que con tanto esfuerzo hemos construido. Criminalizar, estigmatizar y marginar a los pobres y vulnerables, a las personas LGTBI, a los inmigrantes y mujeres prostituidas, negar la violencia de género o la necesidad de avanzar hacia la igualdad entre mujeres y hombres, cuestionando a organismos internacionales o las políticas de solidaridad es lo que Luis Barcala, sus concejales del Partido Popular y ese grupo de oportunistas en descomposición llamado Ciudadanos han hecho en Alicante. Y lo hacen tras asumir la exigencia de la ultraderecha de Vox de aprobación de una indecente ordenanza contra la mendicidad, contra los pobres, al tiempo que sacan adelante un presupuesto municipal que da carta de naturaleza a muchas de las exigencia más reaccionarias de la ultraderecha sobre áreas sociales de la ciudad.

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Carta abierta al alcalde de Alicante, Luis Barcala

Estimado alcalde de Alicante, me dirijo a usted respetuosamente, aprovechando la oportunidad que me da este medio, con el que colaboro todas las semanas. Quiero compartir mi escrito con nuestros lectores, convencido de que muchos de ellos participan de las preocupaciones que le traslado. Le aseguro que esta carta se la escribo en mi condición de profesor universitario e investigador en temas de pobreza y desarrollo desde hace décadas, estudioso sobre el impacto de estos problemas, que lleva tiempo investigando a fondo los efectos de la pandemia sobre la pobreza en la sociedad. Y por supuesto, también como vecino comprometido con nuestra ciudad.

Como bien sabe, el impacto de la gigantesca crisis multidimensional desencadenada por la pandemia de SARS-CoV-2 desde que sus primeros efectos fueron detectados, a principios de 2020, ha causado un “shock” sin precedentes en el conjunto de nuestra sociedad, con un notable ensanchamiento de la pobreza y la exclusión. Todos los informes y datos disponibles hasta la fecha coinciden, unánimemente, en destacar el aumento del número de hogares en riesgo de pobreza, muchos de los cuales han pasado a estar en condiciones de pobreza extrema. Un buen número de personas y familias han visto, de manera abrupta, desaparecer sus ingresos esenciales procedentes de las rentas del trabajo de las que dependían, generándose situaciones de necesidad sobrevenida y de carencias materiales básicas que ha habido que atender con urgencia.

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Una ordenanza condenada al fracaso

La ordenanza contra la mendicidad del equipo de Gobierno municipal del PP y Ciudadanos en Alicante, bajo la exigencia de Vox, está condenada irremediablemente al fracaso. Repito, sentenciada absolutamente al mayor de los fracasos. Y no porque sea el mismo texto vergonzoso que hace un año se retiró contando con el informe negativo de la Concejalía de Igualdad y, lo que es más importante, con el absoluto rechazo de la oposición municipal, de organizaciones sociales, instituciones y especialistas. Ni siquiera, aunque en posteriores trámites se lleguen a incorporar las alegaciones puramente maquilladoras que ha anunciado Ciudadanos, para salvar la cara ante un reglamento que les incomoda, de espaldas a la realidad que viven las personas vulnerables en las calles de la ciudad. Y tampoco por añadir más o menos propuestas del Reglamento que la FEMP tiene sobre la misma materia, como se afirma.

La razón de la inviabilidad de esta ordenanza se debe a algo mucho más comprensible y, al mismo tiempo, incuestionable como es el proceso de descomposición al que ha llevado el Partido Popular a las políticas sociales en esta ciudad, reducidas a la mínima expresión, debilitadas al máximo y al borde de un permanente colapso. En Alicante, los Servicios Sociales municipales son incapaces de dar respuestas ágiles y efectivas a las demandas básicas de muchos de sus ciudadanos en situación de extrema pobreza, con listas de espera interminables, con equipos sociales desmotivados que en muchos centros sociales apenas son capaces de atender los numerosos casos urgentes que llegan a diario.

Por si todo ello fuera poco, las políticas sociales municipales en Alicante son incapaces de comprender e intervenir sobre las numerosas situaciones de pobreza estructural que avanzan rápidamente en la ciudad con la pandemia, sin impulsar elementos de renovación ante nuevos problemas de enorme complejidad que están apareciendo con fuerza, generando más pobreza, más desigualdad y más exclusión social. ¿Qué tranquilidad pueden tener las personas que sufren en Alicante cuando la concejala responsable del área declara, ufana y satisfecha: “Acción Social garantiza el servicio”, como un gran logro, tal y como recogió hace pocos días este diario?

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Más pateras y más inmigrantes

Nuevamente, comprobamos que la llegada de pateras hasta las costas del Mediterráneo procedentes del litoral argelino, como vemos en Alicante, se sucede a lo largo de todos los meses. Efectivamente, las pateras que llegan hasta nuestras costas han pasado de ser estacionales y concentrarse en la temporada de verano, como sucedía hace unos años, a ser permanentes y recibirse en un goteo continuado. Y es que la ruta migratoria desde Argelia hacia el litoral Mediterráneo, y particularmente hasta Alicante, ha pasado a convertirse en uno de los itinerarios clandestinos utilizados por los traficantes de personas desde el norte de África hasta Europa, algo que no se acaba de comprender bien por parte de instituciones y responsables públicos.

No hay duda de que, con los años, han mejorado extraordinariamente las capacidades y dispositivos de detección, salvamento y acogida de migrantes que vienen en patera hasta nuestras costas por parte de diferentes áreas, servicios y profesionales. Es algo muy importante, no solo desde el punto de vista policial y de la seguridad, sino especialmente para salvar vidas y dar la adecuada acogida inicial a quienes realizan una travesía clandestina dura y peligrosa, en la que arriesgan sus vidas, como con demasiada frecuencia comprobamos en numerosos naufragios con víctimas. De hecho, en el proyecto “Missing Migrants”, de seguimiento de inmigrantes muertos a lo largo de sus desplazamientos por el mundo, desplegado por la Organización Internacional de Migraciones (OIM), se contabilizan 81 personas fallecidas en la ruta desde Argelia hasta las costas españolas del Mediterráneo.

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El extraño caso de los contenedores de ropa clandestinos en Alicante

Las ciudades se hacen, también, a través de las pequeñas decisiones diarias que tienen un enorme significado y construyen convivencia. Y en ello, hay que reconocer que Alicante nos ofrece numerosos ejemplos de decisiones inexplicables que demuestran el poco cuidado que se tiene por defender los intereses de la ciudadanía.

En los últimos años se han producido numerosas irregularidades alrededor de los contenedores de recogida de ropa usada situados en nuestras calles. Muchas de ellas son de tal naturaleza que no acierto a comprender bien si se deben al abandono y la incuria municipal, o si existe un interés deliberado en permitir actividades dañinas que desde el propio equipo de gobierno del PP y Cs califican de ”alegales”, a pesar de dañar los intereses y el patrimonio de la propia ciudad, además de vulnerar las ordenanzas municipales y los programas de trabajo en diferentes concejalías. Es decir, un auténtico disparate difícil de entender.

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La mitad del vértigo: dos años del gobierno municipal en Alicante

Reconozco un problema inicial al tratar de analizar los dos primeros años de mandato del gobierno municipal en Alicante. A lo largo de estos meses tan excepcionales que hemos vivido, he pensado con frecuencia en muchos de esos responsables públicos que han tenido que facilitar el normal funcionamiento de nuestras vidas, garantizando el mantenimiento básico de dispositivos públicos esenciales en condiciones muy difíciles. Con mayor o menor fortuna, todos ellos han tenido que estar al frente de las instituciones en uno de los momentos más duros de nuestra historia reciente, algo que no tenemos que olvidar.

También es cierto que muchos de ellos no han tenido en cuenta esta situación, centrifugando responsabilidades y tratando de buscar culpables en momentos en los que no tocaba hacerlo. Cuesta ser empático con quien desprecia esa imprescindible empatía hacia quien la necesita, algo que en demasiadas ocasiones viene marcando la actuación del equipo de gobierno municipal del PP y Ciudadanos en Alicante, con su alcalde a la cabeza. Lejos de buscar alianzas para la ciudad, de priorizar las necesidades de los vecinos o resolver sus problemas, por encima de todo, Luis Barcala antepone la crítica furibunda y partidista contra el Gobierno central o de la Generalitat a poner encima de la mesa soluciones con arreglo a sus competencias, como ahora vemos con su lamentable actuación en el IES Virgen del Remedio.

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Alicante no es Ceuta

En coincidencia con los acontecimientos que se han vivido estos días en Ceuta y la llegada de unas diez mil personas procedentes de Marruecos en condiciones lamentables, he escuchado comentarios que trataban de comparar la crisis vivida en la frontera con este país con la llegada de pateras hasta las costas alicantinas. A todas luces, es una analogía muy desafortunada.

Ni por la intensidad, ni por el número, ni por las características, ni por las motivaciones, ni por su naturaleza se pueden comparar, ni de lejos, las dinámicas migratorias que se viven desde Marruecos hacia España a través de Ceuta, con la llegada de pateras hasta las costas alicantinas. Por si fuera poco, los acontecimientos vividos estos días en la frontera con Ceuta han dejado bien a las claras la falta de miramientos de la teocracia autoritaria de Sidi Mohammed ben Hassan ben Mohammed ben Youssef Alaoui, más conocido como Mohamed VI, jefe espiritual y líder religioso de los marroquíes, para lanzar a su pueblo, pobre y desesperado, contra la frontera de otro país para presionarlo, amedrentarlo y chantajearlo. En un episodio insólito en las relaciones internacionales, Marruecos no ha dudado en poner en riesgo la vida de sus ciudadanos, incluyendo la de miles de niños, a los que se ha llegado a sacar de sus colegios para meterlos en autobuses e introducirlos de manera irregular en otro país con mentiras, sin siquiera el conocimiento de sus padres. Se entenderá, bien a las claras, que cualquier comparación de esta barbaridad con las pateras que a cuentagotas llegan hasta las costas alicantinas es tan inadecuada como fuera de lugar.

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Una ciudad a la espera

La salud y las epidemias han estado unidas a las ciudades, impulsando más cambios y transformaciones de las que pensamos. El higienismo, la creación de espacios saludables, evitar la propagación de enfermedades infecciosas, utilizar materiales limpios, junto a favorecer la ventilación y el saneamiento han sido ideas que han avanzado en el diseño y la construcción de nuestras ciudades contemporáneas, imponiéndose en mayor o menor medida en todas ellas. Hasta el punto, que el urbanismo ha tomado muchas de las ideas que desde los profesionales sanitarios se han formulado hace tiempo para conseguir que nuestras ciudades sean, también, lugares en los que hacer una vida más sana.

            Así, en diferentes lugares del mundo hay en estos momentos diferentes iniciativas para repensar nuestras urbes, en coincidencia con la pandemia de covid-19, que están generando experimentos urbanísticos de una cierta envergadura, obligando a reflexionar en profundidad sobre el papel y el significado de las ciudades contemporáneas del postcoronavirus, un debate que presenta, sin duda, numerosas aristas. La densidad urbanística, la movilidad, el acceso a servicios esenciales, la sostenibilidad y la buena vida o la reducción de las desigualdades son algunos de los complejos dilemas sobre los que se han abierto reflexiones de una enorme profundidad, que afectan a todas las ciudades.

            Hay quien sostiene que estamos ante una buena oportunidad para reducir la densidad urbana mediante intervenciones que creen espacios autosuficientes en distancias cortas que permitan dar satisfacción a todas las necesidades ciudadanas, como “la ciudad de los 15 minutos”, mientras que otros urbanistas defienden la concentración de servicios esenciales para el mayor volumen de población posible. Al mismo tiempo, la movilidad y el transporte se han visto seriamente afectadas, tanto por motivos sanitarios como económicos, abriéndose paso con fuerza el uso de la bicicleta y de los patinetes eléctricos que han venido para quedarse. De la misma forma, la demanda de ciudades más ecológicas que avancen hacia la descarbonización y reduzcan con fuerza el uso de medios contaminantes, para implantar más zonas verdes y paseables para los ciudadanos también se ha abierto paso, como cambios irreversibles en barrios de distintos continentes.

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