Desde hace tiempo, la sociología ha establecido una estrecha correlación entre el compromiso cívico de los ciudadanos, a través de su participación en asociaciones, y el fortalecimiento de los sistemas democráticos, mediante lo que se llama el “capital social”. Uno de los investigadores más destacados en la materia es el sociólogo y politólogo norteamericano Robert Putnam, profesor en la Universidad de Harvard, quien siguiendo la estela que en Europa abrió el sociólogo francés Pierre Bourdieu, estudió las estructuras de relaciones sociales presentes en las organizaciones ciudadanas mediante el establecimiento de redes personales, contactos sociales y conocimientos que permiten mejorar aspectos de la sociedad y aumentar la participación de los individuos en los asuntos públicos.
Para Putnam, las democracias prosperan cuando existe un fuerte capital social mediante un alto grado de compromiso cívico, hasta el punto de que el retroceso que atraviesan algunos sistemas democráticos tendría que ver, también, con el declive en la participación cívica y el creciente desapego con la implicación en el movimiento asociativo. No es casual, por tanto, que los países con sistemas democráticos más sólidos y avanzados sean los que presentan los niveles más elevados de implicación en movimientos asociativos. De ahí la importancia de conocer la evolución de estos indicadores.
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