Andan estos días los dirigentes de Podemos preguntándose qué ha ocurrido en las pasadas elecciones generales para no sacar los resultados que esperaban y que anunciaban unánimemente todos los sondeos electorales previos. Y para ello, han decidido encargar una encuesta con el propósito de saber por qué las encuestas han fracasado, algo que en sí mismo evidencia el grado de desconcierto en el que está sumida la cúpula de esta organización. Es lo que pasa cuando la borrachera de poder nubla la vista, pensando antes de las elecciones que ya eres uno de los ganadores con derecho a presidir gobiernos y repartir cargos.
Confundir la política con la estadística y la demoscopia, como están demostrando algunos dirigentes de esta formación, demuestra bien a las claras las limitaciones de un proyecto político cada vez más centralizado en un reducido grupo de líderes que han tratado de sustituir en demasiadas ocasiones la acción política por el oportunismo deliberado, al margen de unas bases y de unos círculos a los que solo acuden para refrendar sus decisiones o pedir la aclamación de sus líderes.