
Decir que las ONG en España atraviesan un momento crítico puede parecer una obviedad. En un país que se desangra por sus cuatro costados, lo llamativo sería lo contrario. Sin embargo, no paramos de leer y escuchar en los medios de comunicación afirmaciones que señalan justamente lo contrario: que “vivimos una emergencia de las ONG”, o que “asistimos a un auge y mayor protagonismo de las ONG”, cuando en realidad estamos asistiendo a procesos diametralmente opuestos que están llevando a un desmantelamiento acelerado y deliberado de las ONG en nuestra sociedad.
Las ONG han sido un fenómeno de la sociedad global y un exponente más de las profundas transformaciones que se han producido en los Estados, en la gobernanza y en el conjunto de la sociedad, impulsando cambios económicos y sociales de un gran calado. Ahora bien, las numerosas funciones que han venido cumpliendo no son tan idealistas y espontáneas como podría parecer, sino que conectan también con intereses del capitalismo global, de gobiernos e instituciones. De esta forma, se han producido importantes reajustes en las funciones y competencias de los Estados y de la sociedad civil, donde las ONG ocupan un lugar destacado, en la medida en que muchas de estas organizaciones no gubernamentales se han convertido en proveedoras de servicios baratos especializados para las administraciones públicas. Con ello, estas organizaciones han estado sometidas a enormes fragilidades económicas junto a crecientes exigencias burocráticas por parte de las instituciones financiadoras, que han vinculado la continuidad de sus intervenciones en no pocas ocasiones más, a las apetencias personales e ideológicas de responsables institucionales, que al rigor, la capacidad y la independencia de las propias ONG.
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