Ya se ha inaugurado solemnemente Casa Mediterráneo en Alicante, tras cuatro años de trabajos, aunque mejor sería decir que ya se ha inaugurado el Pabellón de Ferias y Festejos Publicitarios de la Estación de Benalúa, en Alicante; porque tras el anuncio de su directora de que cederán la restaurada Estación de Benalúa para bodas, bautizos y exhibiciones de artículos de lujo, mucho me temo que este fallido invento llamado Casa Mediterráneo acabará reducido a la irrelevancia, cuando no al esperpento.
Y es que, más allá de la rehabilitación de la antigua Estación de Benalúa, algo poco frecuente en una ciudad que condena al olvido y la piqueta a su patrimonio histórico, el proyecto Casa Mediterráneo ha sido, desde sus inicios, un elemento más de luchas políticas así como vacíos conceptuales y estratégicos en su contenido.
Ya desde su creación, los caprichos de Leire Pajín convirtieron Casa Mediterráneo en un espacio más de sus maniobras políticas, llevando inexplicablemente subsedes a Benidorm (la ciudad de sus padres y sus maniobras políticas) y Xábia, pero sin contenido alguno, como ahora reconocen sus alcaldes, al anunciar que abandonan el proyecto al no tener ningún tipo de actividad ni vinculación al mismo.
Pero tampoco el PP se quedó a la zaga, boicoteando desde el primer minuto lo que consideraron un proyecto de Zapatero y de los socialistas que había que torpedear, negando el abono de las cuotas que el Ayuntamiento de Alicante y la Generalitat Valenciana, dirigidas por el PP, tenían la obligación de aportar.
Resulta por ello un ejemplo de desfachatez que ahora, el ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, defienda en su inauguración Casa Mediterráneo como un proyecto de todos, junto a Alberto Fabra y Sonia Castedo, cuando su partido no ha ahorrado esfuerzos en obstruir el proyecto a lo largo de estos cuatro años, reclamándoles a estas alturas que paguen su deuda.
Sin embargo, ni una sola palabra sobre los objetivos estratégicos de un proyecto vacío de contenido, que se dice favorecedor de las exportaciones a los países mediterráneos, en clara duplicidad con otras instituciones que ya lo hacen desde hace tiempo, como la Cámara de Comercio de Alicante, el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) o la propia Secretaría de Estado de Comercio.
Pero no se preocupen, si tienen dinero, pueden celebrar su boda, la comunión de sus hijos o montar un desfile de ropa interior en Casa Mediterráneo, a la que en su lugar, habría que llamar «Casa de la Bernarda«.
(Columna de Opinión para Radio Alicante, el 2 de abril de 2013)
© Carlos Gómez Gil
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