
En coincidencia con los acontecimientos que se han vivido estos días en Ceuta y la llegada de unas diez mil personas procedentes de Marruecos en condiciones lamentables, he escuchado comentarios que trataban de comparar la crisis vivida en la frontera con este país con la llegada de pateras hasta las costas alicantinas. A todas luces, es una analogía muy desafortunada.
Ni por la intensidad, ni por el número, ni por las características, ni por las motivaciones, ni por su naturaleza se pueden comparar, ni de lejos, las dinámicas migratorias que se viven desde Marruecos hacia España a través de Ceuta, con la llegada de pateras hasta las costas alicantinas. Por si fuera poco, los acontecimientos vividos estos días en la frontera con Ceuta han dejado bien a las claras la falta de miramientos de la teocracia autoritaria de Sidi Mohammed ben Hassan ben Mohammed ben Youssef Alaoui, más conocido como Mohamed VI, jefe espiritual y líder religioso de los marroquíes, para lanzar a su pueblo, pobre y desesperado, contra la frontera de otro país para presionarlo, amedrentarlo y chantajearlo. En un episodio insólito en las relaciones internacionales, Marruecos no ha dudado en poner en riesgo la vida de sus ciudadanos, incluyendo la de miles de niños, a los que se ha llegado a sacar de sus colegios para meterlos en autobuses e introducirlos de manera irregular en otro país con mentiras, sin siquiera el conocimiento de sus padres. Se entenderá, bien a las claras, que cualquier comparación de esta barbaridad con las pateras que a cuentagotas llegan hasta las costas alicantinas es tan inadecuada como fuera de lugar.
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