A raíz de un post que colgué hace meses, “ONG en crisis y crisis de las ONG”, se generaron comentarios de diferente naturaleza, pero algunos de ellos de una destacada relevancia. Cada comentario tiene mi agradecimiento expreso, surgiendo de personas con experiencia y trayectoria contrastada.
Este post, que partía de una columna mía en la Cadena Ser, apuntaba de forma telegráfica algunas dinámicas muy relevantes que actualmente se están dando y que pasan desapercibidas en la sociedad, pero que exigirían mucho más espacio y profundidad de lo que refleja el comentario. No se puede decir que no haya dedicado tiempo y esfuerzo a analizar de una manera singular el fenómeno de las ONG en las sociedades contemporáneas, una línea de investigación vigorosa a la que he dedicado años de estudio, que concluyó con mi Tesis Doctoral y que ha cristalizado en numerosos libros, estudios, artículos y ponencias universitarias, alimentando numerosos trabajos de forma continuada. Por ello, las ideas contenidas en el post tienen que entenderse como reflexiones breves y contundentes, que en otros medios he tenido la oportunidad de analizar y profundizar.
Pero la riqueza de los comentarios que este post ha alimentado me plantea la posibilidad de destacarlos, especialmente dos de ellos, para poder contraponer dos visiones complementarias sobre un debate inacabado que seguirá generando otras muchas reflexiones en este Weblog.