Comercio justo

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Si el “comercio justo” se abre paso con fuerza en todo el mundo es porque se tiene la certeza de que existe otro comercio que podríamos llamar injusto, generador de importantes desequilibrios económicos, sociales, ecológicos y financieros a nivel global. Precisamente por ello, a mediados del siglo XX, se extendió la idea de que, a través de unas relaciones comerciales más justas y respetuosas, se podría mejorar la vida de muchos productores, campesinos y población local en los países del Sur, al tiempo que se avanzaría hacia condiciones laborales más dignas y un mayor respeto del medio ambiente. Se trata así de caminar hacia un cambio en las reglas del comercio internacional, facilitando el acceso al mismo de los productores más desfavorecidos, permitiendo que puedan vivir con mayor dignidad de su trabajo y de esta forma luchar contra la pobreza y la desigualdad.

El comercio justo no es solo un sistema alternativo para productos locales en países y comunidades desfavorecidas, sino que es una herramienta que tenemos en nuestras manos para generar cambios significativos en algunos de los problemas más relevantes del desarrollo global por medio de la compra de bienes y productos cotidianos, introduciendo en esas adquisiciones criterios sociales, ambientales, de género y de respeto a los derechos humanos. Es una forma muy precisa de promover con nuestro comportamiento y nuestras decisiones inmediatas cambios significativos y apreciables que pueden tener una influencia positiva para un buen número de personas.

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Manteros

Manteros

Artículo publicado en el diario Información de Alicante, el domingo, 23 de agosto de 2015. (Pinchar para ver enlace original)

Hay temas tan quebradizos como el hielo que, antes siquiera de escribir, sabes que se agrietarán bajo tus pies a medida que avances sobre ellos. Y por si fuera poco, es tanto lo que te gustaría poder explicar, con tanto respeto como rigor, que aparece un cierto miedo escénico a no tener suficiente espacio para hacerlo. Desde luego el problema de los manteros es uno de estos, formando parte desde hace años de una realidad presente en todas nuestras ciudades pero que nos asusta abordar.

Algunos sostienen que los manteros van a desaparecer a base de redadas policiales junto a un endurecimiento de las penas contra las personas que ejercen esta venta ambulante, como ha defendido este Gobierno, un importante error que va a sobrecargar a las fuerzas de seguridad, aumentando el colapso de los juzgados y generando tensiones de distinta naturaleza; salvo que piensen meter en la cárcel a todos aquellos que ejercen el top manta o que sueñen con expulsarles de España. Y ni siquiera así se solucionaría el problema, en la medida en que hay otros muchos elementos y factores estructurales que permanecerían intactos.

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Algunos argumentos para valorar el impacto negativo del TTIP

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En los últimos meses, numerosas organizaciones, asociaciones, grupos ecologistas junto a algunos sindicatos y partidos políticos vienen trabajando con intensidad para mostrar su rechazo al acuerdo de Asociación Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP en sus siglas inglesas) que pretende negociarse hasta su aprobación hacia el año 2016. Fue el Presidente Obama, quien el 12 de febrero de 2013 anunció en un discurso la apertura a la negociación del TTIP y con ello, la existencia de este acuerdo, avanzando desde entonces en secreto y sin transparencia. De hecho, la Comisión Europea ha realizado más de 100 encuentros cerrados con lobbys y multinacionales para negociar aspectos concretos del tratado en secreto y sin información de ningún tipo. Para ello, la UE ha acordado que todos los documentos de las negociaciones estén cerrados al público durante 30 años, una decisión insólita que se acoge a la excepción a la Regla 1049/2001 de la UE.

El TTIP se presenta como uno de los procesos políticos de mayor calado para reconfigurar la economía y la propia sociedad europea a medida de los intereses del capital y al margen de las instituciones y procesos democráticos. No estamos ante un proceso de suma cero, sino que todo lo que las grandes empresas transnacionales pretenden arrebatar a la sociedad, en forma de soberanía, derechos, garantías, recursos, servicios públicos, va a la cuenta de resultados de estas multinacionales, colocándose por encima de los propios Estados y por supuesto, de la ciudadanía. No es casual, así, ni el secretismo ni el intento de alejar a la sociedad del que es uno de los más importantes debates políticos de los últimos años en Europa. Por ello, nos parece importante sumar argumentos para valorar el impacto negativo del TTIP sobre la sociedad, la economía y la propia ciudadanía europea.

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