Emergencia social

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En pocas cosas hay tanta unanimidad, entre los partidos políticos que aspiran a formar nuevo gobierno, como en la necesidad de poner en marcha un ambicioso plan de emergencia social. Indicadores estadísticos europeos y nacionales coinciden en destacar una y otra vez los elevados niveles de pobreza, desigualdad y exclusión social que se han alcanzado en España, colocándonos en los primeros puestos entre los países de la UE, abriendo así una brecha social que no para de avanzar y cuyos efectos tardarán años en desaparecer. El problema es que el tiempo que se necesita para generar cambios económicos y sociales de envergadura que transformen esta situación no coincide con las necesidades vitales y personales más urgentes de miles de familias, que no pueden esperar más para que se solucionen auténticos dramas humanos contemporáneos de proporciones devastadores para quienes lo sufren. De ahí la importancia de comprender correctamente la situación de emergencia social en la que nos encontramos y realizar así un adecuado diagnóstico.

Artículo publicado en el diario Información de Alicante, el domingo 7 de febrero de 2016 (Pinchar aquí para ver enlace original)

​Muchos de los síntomas de ese devastador proceso vivido son bien conocidos, en forma de destrucción de puestos de trabajo y desempleo masivo, con la expulsión de amplios sectores de jóvenes y profesionales al extranjero, mientras numerosas familias sin recursos han perdido su casa con los cerca de medio millón de desahucios ejecutados desde el inicio de la crisis, al tiempo que cada vez más personas no pueden pagar incluso sus tratamientos médicos y satisfacer sus necesidades más básicas, hasta el punto de tener que recurrir a comedores sociales y bancos de alimentos en proporciones nunca antes vistas desde la posguerra, con miles de niños en situación de pobreza y vulnerabilidad ante la imposibilidad de sus padres hasta de poder pagar los comedores escolares, con hogares incapaces de hacer frente a los recibos de consumos básicos de agua, electricidad o gas.

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La urgencia de luchar contra la pobreza infantil

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Con frecuencia, se piensa que los problemas de alimentación en algunos menores son el mejor ejemplo de los efectos del empobrecimiento generado por la crisis en numerosas familias. Así, en los últimos años vemos con cierta periodicidad noticias llamativas relacionadas con becas de comedor, colegios que hacen esfuerzos para alimentar a niños con dificultades o programas específicos para dar comida en periodos extraescolares. Sin embargo, ni la pobreza infantil generada por la crisis económica se reduce a estos problemas, ni tampoco son, ni mucho menos, las situaciones más graves de emergencia social que atraviesan muchos menores sobre las que hay que desplegar intervenciones profesionales, respetuosas y muy bien planificadas que salvaguarden el interés superior del menor.

Articulo publicado en el diario Información de Alicante, el domingo 24 de enero de 2016 (Pinchar aquí para ver enlace original)

​Tanto los técnicos sociales que trabajan directamente con menores y sus familias, como quienes estudiamos la evolución e impacto de la pobreza, así como las organizaciones especializadas en la atención a la infancia coincidimos en señalar que existe un aumento significativo del riesgo social y vulnerabilidad en numerosos menores vinculadas con la crisis, con el aumento de la pobreza y las situaciones de emergencia social que viven un buen número de familias. Todo ello se traduce en situaciones de maltrato, negligencia, desprotección, abandono escolar, dificultades para seguir adecuadamente las actividades extraescolares, apuros para llevar a cabo los seguimientos médicos y farmacéuticos, problemas nutricionales y limitaciones para el buen ejercicio de las responsabilidades parentales para muchos progenitores que llevan años viviendo situaciones tremendamente duras de falta de empleo y de ingresos económicos, ausencia de subsidios, agotamiento de los ahorros, riesgo de la pérdida de su vivienda habitual o desahucios, ansiedad, trastornos mentales y adicciones. En casos de esta naturaleza se comprueba el daño devastador que la dichosa crisis está causando desde hace años en numerosas familias, porque no debemos olvidar que los niños no son seres aislados, sino que forman parte de un sistema social más amplio que se llama familia y que también comparte las mismas necesidades y carencias.

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