Después de negar con razonamientos lamentables en los tres últimos meses la cuota inicial de refugiados que la Comisión Europea aprobó adjudicar en mayo a España, Mariano Rajoy ha aceptado finalmente a regañadientes y afirmando que lo hacía “con la que está cayendo” la cifra de 14.931 refugiados asignados en este segundo reparto, que se suman a los primeros 2.739 que el Gobierno de Rajoy había aceptado de mala gana. Un presidente del Gobierno que ha llegado a afirmar sin inmutarse que “una cosa es ser solidario y otra cosa es ser solidario a cambio de nada”, habrá encontrado algo apetecible que le haya obligado a aceptar tres veces más refugiados de los que se venía negando a acoger.
La llamada de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a crear ciudades de acogida fue secundada con tanta rapidez como entusiasmo por municipios, instituciones y numerosas personas que vieron la posibilidad de canalizar toda esa congoja contenida durante meses ante tanta barbarie a la que llevamos años asistiendo sobre Siria y Oriente Medio. El Ayuntamiento de Alicante también se sumó con rapidez a la iniciativa y una incipiente Red Alicantina de Familias de Acogida de Refugiados (RAFAR) ha venido realizando un trabajo verdaderamente destacable, demostrando que nuestros gobernantes no están a la altura moral de una sociedad que es capaz de hacer realidad la palabra solidaridad cuando más se necesita. El Gobierno y el PP no podían seguir ajenos al drama haciendo declaraciones fuera de lugar cuando la marea de solidaridad ciudadana les pasaba por encima, y aunque fuera a regañadientes tuvieron que empezar a mover ficha, poniendo en marcha un dispositivo que hace meses tenían que haber movilizado. Pero no nos engañemos, la proximidad de las elecciones generales, junto a la presión que Europa y particularmente Alemania han ejercido, han influido también en este cambio de postura del PP hacia los refugiados sirios, aunque sin convicción y no desaprovechando la oportunidad para arrojar dudas entre la opinión pública de que entre estos refugiados acogidos vaya a haber “terroristas yihadistas”, como ha dicho tan pancho el inefable Ministro Fernández Díaz.