No ver a los pobres

Afirma el portavoz del gobierno de la Comunidad de Madrid y consejero de Educación del PP, Enrique Ossorio, que por más que mira a su alrededor no ve a ninguno de esos pobres que se dice que hay en las calles. Y lo explica, además, tratando de ridiculizar los datos de uno de los más prestigiosos centros de estudios sociales en España, la fundación Foessa, perteneciente a Cáritas, organización de la Iglesia católica, tras la presentación de su último informe, en el que esta institución llama la atención sobre el preocupante crecimiento de la pobreza durante la pandemia y la mayor concentración de riqueza en los más acaudalados.

Cuánta empatía con los más pobres demuestran estos políticos con sueldos elevados, coches de alta gama con chóferes y comidas pagadas por el erario público tratando de ridiculizar una de las investigaciones más prestigiosas y acreditadas que se vienen realizando sobre la situación social de España. Estoy seguro de no equivocarme al asegurar que este consejero de Educación del PP tan poco educado no ha leído en su vida uno solo de la infinidad de magníficos estudios realizados por Foessa, porque de haberlo hecho se daría cuenta de la insolente exhibición de ignorancia de la que ha hecho gala, además de su intolerable muestra de desprecio hacia los que más sufren.

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Balance de daños

Ya lo explicamos hace pocas semanas en este mismo Blog. Quien quiera comprender las razones de los resultados obtenidos en las pasadas elecciones madrileñas puede releer mi artículo publicado el lunes 5 de abril, titulado “Lluvia fina. En este análisis se avanzaban las razones por las que el PP madrileño, con la trayectoria que atravesaba, conseguiría un resultado que le permitiría gobernar, incluso con más escaños de los que cosechó en las anteriores elecciones. Lo que toca ahora es hacer el balance de daños que proyectan unos resultados que, en todos los partidos, a un lado y a otro, dejan damnificados.

La victoria del PP madrileño es la victoria personal de Isabel Díaz Ayuso con su neoliberalismo castizo trumpista, de la mano de un márketing vacío de política que satura el espacio comunicativo con su sistemática presencia. No hay día en que Ayuso no acapare informativos, televisiones, diarios y redes sociales con sus ocurrencias y provocaciones estudiadas, dejando claro que ella está ahí para todo, regalando los oídos a los madrileños con sus simplezas y sus desplantes, acentuando con ello el silencio de los demás.

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Lluvia fina

Lo bueno de las elecciones es que hasta que no se producen las votaciones y se contabilizan cada una de las papeletas no tenemos el paisaje final que nos ofrecen los resultados. Por tanto, cualquier estimación previa ante un proceso electoral es pura especulación, de la misma forma que los hechiceros buscan en las entrañas de los animales la explicación a muchos sucesos.

Ahora bien, lo que vamos a ver en las próximas elecciones anticipadas convocadas en la Comunidad de Madrid exigirá de un ejercicio de templanza que va mucho más allá de sociología electoral, para comprender cómo puede ser que el PP, liderado por una de las políticas con más limitaciones que se han visto, arrastrando una trayectoria penal y criminal en el PP madrileño que haría palidecer a los capos de la mafia siciliana, puede cosechar un resultado que le permita volver a gobernar, incluso con más escaños de los que cosechó en las últimas elecciones. Pero tratemos de pensar en voz alta sin dejar que las emociones nos perturben.

La llegada del PP al gobierno de la Comunidad de Madrid se hizo mediante prácticas corruptas gracias a los votos de unos tránsfugas que dieron nombre al “Tamayazo”, en el año 2003. Desde entonces, los populares han desarrollado una política que interviene sobre las parcelas más importantes de la vida de las personas, en aspectos esenciales como dónde viven, cómo dan respuesta a sus necesidades sanitarias, a qué colegios van sus hijos y qué educación reciben, qué trabajos desempeñan y a qué ocio acceden. Y en todo ello, el Partido Popular ha desplegado, sin oposición alguna, una política neoliberal impulsada por el dinamismo económico que ofrece la capitalidad, favoreciendo la creación de los PAU de la periferia y la corona suburbana hacia donde se han dirigido las nuevas clases medias aspiracionales que trabajan en el sector servicios, como autónomos o pequeños empresarios. Todos esos trabajadores endeudados de por vida se han creído la fábula de las ventajas de ser propietarios frente a las viviendas públicas de alquiler, generándose procesos de discriminación espacial muy potentes en todo el territorio madrileño, con una primacía del vehículo privado como medio y símbolo de esa nueva forma de vida.

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