El telegrama largo de Kennan y la guerra de Rusia contra Ucrania

La guerra de Rusia contra Ucrania ha llevado a revisar un buen número de sucesos y teorías para tratar de comprender mejor la estrategia destructiva de Vladimir Putin.

En coincidencia con el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, el pasado mes de febrero, se cumplían 76 años de un momento histórico en las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, en el inicio de la llamada Guerra Fría, que fue fundamental para entender las decisiones que explicaban la política exterior soviética, sirviendo para construir la política norteamericana en las siguientes décadas. Además, fue un momento tan importante en las relaciones internacionales que se estudia en universidades y centros de pensamiento de todo el mundo, con el nombre de “el telegrama largo de Kennan”.

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No ver a los pobres

Afirma el portavoz del gobierno de la Comunidad de Madrid y consejero de Educación del PP, Enrique Ossorio, que por más que mira a su alrededor no ve a ninguno de esos pobres que se dice que hay en las calles. Y lo explica, además, tratando de ridiculizar los datos de uno de los más prestigiosos centros de estudios sociales en España, la fundación Foessa, perteneciente a Cáritas, organización de la Iglesia católica, tras la presentación de su último informe, en el que esta institución llama la atención sobre el preocupante crecimiento de la pobreza durante la pandemia y la mayor concentración de riqueza en los más acaudalados.

Cuánta empatía con los más pobres demuestran estos políticos con sueldos elevados, coches de alta gama con chóferes y comidas pagadas por el erario público tratando de ridiculizar una de las investigaciones más prestigiosas y acreditadas que se vienen realizando sobre la situación social de España. Estoy seguro de no equivocarme al asegurar que este consejero de Educación del PP tan poco educado no ha leído en su vida uno solo de la infinidad de magníficos estudios realizados por Foessa, porque de haberlo hecho se daría cuenta de la insolente exhibición de ignorancia de la que ha hecho gala, además de su intolerable muestra de desprecio hacia los que más sufren.

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El desafío de los refugiados

Junto a la destrucción, las muertes y la barbarie, toda guerra desata un éxodo de refugiados y desplazados que tratan de salvar su vida y escapar del horror. Lo hemos visto con anterioridad, en muchos otros lugares del mundo, y lo vemos ahora de una manera inequívoca en Europa, con uno de los mayores y más rápidos éxodos vividos desde la Segunda Guerra Mundial, que ha superado en muy pocos días la anterior gran llegada de refugiados que sacudió Europa con motivo de la intensificación de la guerra en Siria, en 2015.

En esta ocasión, la respuesta de Europa a la llegada masiva de refugiados que huyen de Ucrania ha sido rápida y adecuada, a la altura del gigantesco drama humanitario desencadenado por la guerra. Pero no siempre ha sido así, hasta el punto de que la política migratoria y de asilo ha venido siendo uno de los puntos que mayor erosión y enfrentamientos ha generado entre los países europeos y en el propio proyecto de la UE en los últimos años, hasta muy pocos días antes de estallar esta nueva crisis de refugiados ucranianos.

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El valor de nuestra solidaridad

Nadie está preparado para una guerra de destrucción, muerte y barbarie como la que ha desencadenado Vladimir Putin en Ucrania. Pero mucho menos, en medio de una devastadora pandemia que cumple dos años y cuyas dañinas consecuencias persisten, dentro de una Europa que todavía mantiene muy presentes los efectos de la gigantesca destrucción causada durante la Segunda Guerra Mundial y promovida por una potencia nuclear con aires imperialistas que afirma abiertamente querer derrocar a gobierno de un país al que califica de drogadictos, como hizo Putin al justificar esta salvajada.

Ahora queda esperar que se alcance con rapidez un acuerdo de paz, aunque sea precario e inestable, pero que permita detener la destrucción perpetrada por la maquinaria militar rusa e impida lo que estamos viendo con un enorme dolor, una vez más. En una guerra es la población civil la que sufre siempre, en mayor medida, el efecto de las decisiones de dirigentes políticos y militares.

Junto a la lógica indignación y el enorme dolor que todos compartimos ante el inimaginable sufrimiento y destrucción al que estamos asistiendo, se ha desatado, una vez más, una corriente de solidaridad en la ciudadanía que, con rapidez, se ha movilizado para tratar de colaborar, de alguna manera, con la población atacada y con los cientos de miles de refugiados que están huyendo por las fronteras. Esa misma solidaridad que, como Eduardo Galeano señaló, es la ternura que tienen los pueblos para enviar cariño y ayuda a quien peor lo está pasando.

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