El desafío de los refugiados

Junto a la destrucción, las muertes y la barbarie, toda guerra desata un éxodo de refugiados y desplazados que tratan de salvar su vida y escapar del horror. Lo hemos visto con anterioridad, en muchos otros lugares del mundo, y lo vemos ahora de una manera inequívoca en Europa, con uno de los mayores y más rápidos éxodos vividos desde la Segunda Guerra Mundial, que ha superado en muy pocos días la anterior gran llegada de refugiados que sacudió Europa con motivo de la intensificación de la guerra en Siria, en 2015.

En esta ocasión, la respuesta de Europa a la llegada masiva de refugiados que huyen de Ucrania ha sido rápida y adecuada, a la altura del gigantesco drama humanitario desencadenado por la guerra. Pero no siempre ha sido así, hasta el punto de que la política migratoria y de asilo ha venido siendo uno de los puntos que mayor erosión y enfrentamientos ha generado entre los países europeos y en el propio proyecto de la UE en los últimos años, hasta muy pocos días antes de estallar esta nueva crisis de refugiados ucranianos.

Sigue leyendo

De crisis de refugiados a crisis europea

image.jpeg

La cumbre de alto nivel celebrada esta semana en Naciones Unidas sobre refugiados e inmigrantes ha servido de bien poco, repitiendo esa retórica hueca y esas frases vacías que se manosean una y otra vez hasta acabar por perder el alma y el sentido. Que hay que regular las migraciones y respetar a los refugiados estableciendo canales legales que respeten el derecho internacional; que las migraciones han sido siempre positivas desde el punto de vista social, cultural, económico y laboral, apoyando el desarrollo tanto en los países que los reciben como en los países de origen que se benefician de las remesas que mejoran el bienestar de sus familiares; que hay que garantizar migraciones seguras, ordenadas, regulares y responsables. Todo esto es algo sabido y estudiado, que se repitió prácticamente con las mismas palabras en la cumbre celebrada el año anterior también en Naciones Unidas y en otros muchos foros, cumbres y reuniones internacionales.

Mientras gobiernos y líderes mundiales pronuncian una y otra vez las mismas frases vacías de contenido, miles de inmigrantes y refugiados mueren ahogados en el Mediterráneo y en el mar de Andamán, o fallecen abandonados en manos de grupos criminales o por el hambre en el corredor centroamericano, el Sahel o el Cuerno de África. Otros muchos, con mejor suerte, se hacinan en campos de refugiados en países como Grecia, viviendo en condiciones que nos recuerdan a los campos de concentración. No es de extrañar que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, haya dicho esta misma semana que “el mundo es un lugar horrible en manos de gobiernos que cometen atrocidades”.

Sigue leyendo