Negacionistas de la Agenda 2030

Esta semana se ha celebrado en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, la cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, poniendo en primer plano tanto las intervenciones de numerosos dirigentes mundiales, como las de nuestro presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto a la difusión de datos, informes y análisis sobre algunos de los problemas más graves que tienen el planeta y la humanidad.

Desde Naciones Unidas se han venido impulsando conferencias y cumbres que han tratado de abordar los desafíos más relevantes en cada momento histórico para avanzar sobre la senda de la paz, el desarrollo, la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida. Es lo que los especialistas denominamos como “agendas utópicas”, grandes acuerdos, repletos de compromisos ambiciosos y generalistas, que tratan de imaginar un mundo sin guerras ni tiranías, donde la pobreza y la miseria desaparezcan, teniendo todas las personas cubiertas sus necesidades básicas para disponer de una vida plena, con economías que impulsan el desarrollo equilibrado en todos los países, en un planeta limpio y respetado. Un hermoso paisaje que parece muy lejano.

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Catástrofes de clase

De nuevo la Tierra ha temblado con toda su fuerza, dejando en Marruecos su rastro de daños materiales y un reguero de víctimas que hasta la fecha eleva a cerca de 3.000 los fallecidos y más de 6.000 las personas heridas. La intensidad de este mortífero seísmo, de 6,8 grados en la escala de Richter, ha sido elevada, si bien en el mundo se producen cada año más de un centenar de movimientos sísmicos de magnitud igual o superior que apenas producen daños entre la población, aunque en este caso la cercanía del epicentro con la superficie haya amplificado su capacidad destructiva.

Sin embargo, tanto daño como vemos sobre personas y viviendas, con pueblos y aldeas convertidos en montones de escombros, no tiene que ver exclusivamente con la energía liberada por la dinámica geológica, sino con la combinación de otros factores sociales y políticos que han amplificado su destrucción, multiplicando sus efectos sobre la población más vulnerable de la región afectada.

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