
Es cierto que a nuestro Gobierno se le acumulan los problemas, muchos de ellos de una profundidad inusitada, pero creo que la declaración pública del conocido youtuber “El Rubius”, afirmando que trasladaba su residencia a Andorra para evitar pagar impuestos en España, merecía una respuesta oficial por parte de algún responsable gubernamental, para hacer pedagogía social básica sobre el papel del Estado y la importancia de contribuir a su funcionamiento y financiación. Y no hablamos de algo menor en momentos en los que, desde todos los sectores, grupos económicos y colectivos se demanda la protección e intervención del Estado ante los daños causados por el coronavirus en nuestra sociedad.
El discurso neoliberal extendido de manera salvaje ha puesto en la diana de sus críticas al Estado, al que se acusa de todo tipo de males, proponiendo su reducción a la mínima expresión. Al mismo tiempo, desde quienes defienden con ardor estas políticas, consideran que es la empresa privada y son los mercados los que tienen que llevar a cabo buena parte de las acciones que en la actualidad desempeñan los Estados a través de los servicios públicos, mediante una asignación eficiente de recursos, un discurso sumamente perverso cuyos negativos efectos sufrimos con dureza durante la Gran Recesión.
De manera que, para estos paladines del capitalismo salvaje y despiadado, es la búsqueda del beneficio el objetivo que debe guiar la prestación de servicios esenciales, a los que se accedería pagando, de manera que solo aquellos que tienen recursos podrían beneficiarse. Todo ello, además, se complementa con uno de esos mantras tan dañinos que la derecha viene predicando de manera sistemática, convertido en dogma de fe, como es la bajada y eliminación de impuestos, un misil que de manera deliberada se lanza contra la línea de flotación del Estado, al vaciarle de recursos básicos para atender las demandas y obligaciones de servicios a la población. Curiosamente, como no paramos de ver, quienes defienden esto son luego los primeros en asegurarse suculentos sueldos del mismo Estado al que quieren dejar sin medios, favoreciendo a empresarios, amigos, familiares y compañeros de partido con todo tipo de subvenciones, ayudas, contratos y prestaciones públicas, financiadas eso sí por el Estado al que, como termitas, van carcomiendo y debilitando.
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