La resurrección de la Guerra Fría

Se escucha con frecuencia la necesidad de conocer nuestra historia para no repetirla, pero habitualmente desconocemos esa misma historia a la que apelamos y que en no pocas ocasiones nos empeñamos en volver a transitar. La invasión rusa de Ucrania y la posterior guerra que allí se ha desencadenado vuelven a poner encima de la mesa demasiados episodios históricos que creíamos ya superados, exigiendo cautela en los análisis y decisiones.

Son cada vez más las voces que alertan de que estamos reviviendo el inicio de una nueva Guerra Fría, más de siete décadas después de que diera comienzo formalmente tras la Segunda Guerra Mundial, distinta en muchos de sus componentes, pero idéntica en cuanto a la confrontación global que abrió entre grandes bloques económicos políticos, militares e ideológicos.

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Mandarlos a Ruanda

Mientras Europa afronta los múltiples efectos de la grave crisis de refugiados desencadenada por la guerra en Ucrania, tomaba carta de naturaleza una grave violación contra una de las leyes del derecho humanitario más importante, que puede acabar con el derecho al asilo y a la protección internacional, tal y como los hemos conocido desde que fueron establecidos tras la Segunda Guerra Mundial.

Los planes impulsados desde Reino Unido por su primer ministro, Boris Johnson, para enviar a Ruanda a grupos de solicitantes de asilo desde territorio británico en vuelos de la infamia que han sido criticados por cientos de organizaciones sociales y humanitarias, universidades, diputados conservadores y hasta por una veintena de obispos de la Iglesia anglicana demuestra, a partes iguales, los malos tiempos que atraviesa una figura jurídica que ha sido fundamental para salvaguardar la vida de las personas desde hace décadas, mediante la Convención de Ginebra y su Protocolo de Nueva York, pero también evidencia la descomposición moral y política que vive Reino Unido desde que se embarcó en esa aventura trufada de mentiras y engaños llamada Brexit.

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Criptopatrañas

Las monedas digitales, también llamadas criptomonedas, han explotado con una fuerza inusitada, haciendo saltar en pedazos esa gigantesca burbuja de mentiras y falsedades que se ha construido en torno a uno de los activos económicos ficticios más inestables de la historia.

A lo largo del mes de mayo, el mercado de ese maná anunciado por ignorantes y oportunistas como un nuevo El Dorado, conocido como criptomonedas, se ha hundido hasta niveles inimaginables. Lo normal para activos especulativos artificiales construidos a base de patrañas incomprensibles y disparatadas. La tercera criptomoneda en valor mundial de capitalización, llamada Luna, se ha vaporizado de la noche a la mañana, perdiendo el 99% de su valor, lo que se llama desaparecer por completo, llevando a miles de personas en todo el mundo a perder todo su dinero invertido. Lo mismo ocurrió con TerraUSD, una criptomoneda mucho más compleja, que de la noche a la mañana pasó a no valer nada, sin olvidar el derrumbe del Bitcoin o Ethereum, las dos principales monedas digitales que alcanzaron sus niveles más bajos.

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