Mandarlos a Ruanda

Mientras Europa afronta los múltiples efectos de la grave crisis de refugiados desencadenada por la guerra en Ucrania, tomaba carta de naturaleza una grave violación contra una de las leyes del derecho humanitario más importante, que puede acabar con el derecho al asilo y a la protección internacional, tal y como los hemos conocido desde que fueron establecidos tras la Segunda Guerra Mundial.

Los planes impulsados desde Reino Unido por su primer ministro, Boris Johnson, para enviar a Ruanda a grupos de solicitantes de asilo desde territorio británico en vuelos de la infamia que han sido criticados por cientos de organizaciones sociales y humanitarias, universidades, diputados conservadores y hasta por una veintena de obispos de la Iglesia anglicana demuestra, a partes iguales, los malos tiempos que atraviesa una figura jurídica que ha sido fundamental para salvaguardar la vida de las personas desde hace décadas, mediante la Convención de Ginebra y su Protocolo de Nueva York, pero también evidencia la descomposición moral y política que vive Reino Unido desde que se embarcó en esa aventura trufada de mentiras y engaños llamada Brexit.

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