
Quedo para charlar en uno de los lugares emblemáticos de Carolinas Bajas, la librería y cafetería Fahrenheit 451, convertida en símbolo de los cambios que está viviendo este barrio, con tres de los vecinos que impulsan desde hace años su hermoso dinamismo hasta convertirse en símbolo del nuevo movimiento vecinal de Alicante. Pero del movimiento vecinal real, comprometido, el que está con la gente y no se pliega a convertirse en simples comparsas de los gobernantes municipales, luchando contra las adversidades y la falta de apoyo para dinamizar uno de los barrios más importantes de la ciudad, construyendo alternativas ante años de abandono.
Quedar una tarde de lluvia en Alicante, ante una mesa camilla y con un café, para charlar sobre un barrio combativo de la ciudad, rodeados de buenos libros, hace que las horas te envuelvan sin tener conciencia del tiempo, escuchando, aprendiendo y conociendo cómo hay muchas personas que no se resignan a que esta ciudad se consuma por la desidia, trabajando a pie de calle para impulsar dinámicas sociales y vecinales innovadoras que apuestan por la revitalización ciudadana a pie de calle.
Con pasión y entusiasmo, Sento Oncina, Anne Ponsart y Fernando Patón me explican toda la trama de actividades que se llevan a cabo en este barrio, las muchas iniciativas singulares que reivindican espacios olvidados, que tratan de regenerar lugares abandonados, que construyen convivencia, que apoyan a la gente más desprotegida, que impulsan propuestas de cultura, deporte, ocio, encuentro, convivencia y fiesta ante el desierto que sufren desde las concejalías del Ayuntamiento y sus responsables políticos. Son tantas las actividades que me van explicando que me cuesta anotarlas en mi cuaderno con orden, porque no dan importancia a esta vitalidad ciudadana, sin darse cuenta de la energía que todo ello representa en unos momentos en los que el asociacionismo vecinal está bajo mínimos.
Sigue leyendo