
He defendido en diferentes ocasiones que Alicante tiene unas condiciones magníficas para ser una ciudad envidiable con elevados niveles de bienestar, pudiendo avanzarhacia la equidad mediante la transición ecológica y social. Pero por motivos de distinta naturaleza, desde el Ayuntamiento no se han dado los pasos para ello, haciendo que la ciudad permanezca instalada en la deriva en la que se encuentra desde hace ya demasiado tiempo.
En el mismo sentido, creo que el abandono y la degradación palpables en el municipio en demasiadas facetas no son el producto de un cálculo deliberado, porque no me cabe la menor duda de que sus concejales desean lo mejor para Alicante y sus funcionarios trabajan con este fin. Bien es cierto que hemos visto a no pocos ediles incapaces de actuar con arreglo a sus responsabilidades, al tiempo que también algunos funcionarios de peso han venido haciendo una clara dejación de sus obligaciones.
Son tantos los ejemplos que podemos encontrar de lo que decimos que basta con revisar los ejemplares de este diario en los últimos años para completar toda una enciclopedia. Y no me refiero, únicamente, a decisiones grandes e importantes, sino apequeños detalles y actuaciones que son las que hacen el día a día. Como se dice confrecuencia, el diablo está en los detalles y con ellos tenemos toneladas de ejemplos para arrojar sobre la plaza de nuestro ayuntamiento como escombros de la pasividad y del abandono por el que esta ciudad avanza.
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