¿Cómo va el 3-30-300?

Los árboles son seres vivos que proporcionan innumerables beneficios a nuestra vida, particularmente en las ciudades, allí donde la ausencia de masa forestal hace que sean mucho más valiosos. La presencia de arbolado mejora las condiciones ambientales y ayuda a reducir la temperatura en las vías públicas, ofreciendo sombra y facilitando la vida de pequeña fauna, al tiempo que oxigena el ambiente y ayuda a reducir el intercambio de CO2, proporcionando más confort a los espacios que habitamos.

No es casual, así, que se multipliquen los estudios científicos recientes en todo el mundo que coinciden en demostrar las valiosas aportaciones a la salud física y emocional para niños y adultos que tienen los espacios verdes arbolados en los entornos urbanos, algo que está dando mayor importancia, si cabe, a la plantación, el cuidado y la repoblación de árboles en nuestros municipios.

Desde el Instituto de Salud Global (ISGlobal), de Barcelona, se ha publicado un reciente estudio con el título: “La evaluación de la regla de espacios verdes 3-30-300 y la salud mental”, en el que se analiza la relación entre los espacios verdes urbanos y la salud mental a través de la regla denominada 3-30-300. Esta ecuación establece que para una mejor salud emocional de las personas se requiere que puedan ver, al menos, tres arboles desde su vivienda, disponer un 30 por ciento de cobertura vegetal y arbórea en su barrio y estar a no más de 300 metros de un parque o espacio verde más cercano. La investigación se proponía conocer el impacto de esta regla en la salud mental de los habitantes de una ciudad como Barcelona, estudiando una muestra representativa de 3.145 personas a las que se aplicó una metodología de investigación especifica durante los años 2016 y 2017.

Los resultados obtenidos han sido muy llamativos, al demostrar que aquellas personas con una mayor exposición a la regla 3-30-300 contaban con una mejor salud mental, un menor uso de medicamentos y una menor visita a psicólogos y psiquiatras. Por el contrario, aquellas personas con menos contacto con zonas arboladas y verdes contaban con peores indicadores de salud mental a través de las diferentes variables estudiadas.

Otros muchos estudios en todo el mundo apuntan en la misma dirección. Así, se acaba de publicar en la revista “Environment International” un artículo titulado “La asociación entre la plantación de árboles y la mortalidad: un experimento natural y un análisis de costo-beneficio”, en el que se muestra que cada árbol plantado en las ciudades se asocia a una reducción significativa de la mortalidad no accidental y cardiovascular del 20% y el 6% respectivamente, si los árboles fueron plantados entre 15 y 30 años antes. En el mismo estudio, codirigido por ISGlobal y el Servicio Forestal de los Estados Unidos, los autores aprovecharon el experimento natural que tuvo lugar en la ciudad de Portland entre 1990 y 2019, cuando la asociación “Amigos de los árboles” plantó 49.246 árboles en las calles, manteniendo un minucioso registro censal de su evolución y cruzando sus datos con las autoridades sanitarias de Oregón, para evidenciar que en los barrios en los que habían plantado más especies las tasas de mortalidad cardiovascular y no accidental eran notablemente más bajas, disminuyendo todavía más a medida que los árboles crecían y envejecían. El mismo estudio científico destaca que los beneficios de plantar árboles para la comunidad superan, ampliamente, los costes de su mantenimiento.

También los niños se aprovechan en su desarrollo de la existencia de arbolado, como señalan otras recientes investigaciones, especialmente en sus primeros años de vida. Así, un pormenorizado estudio realizado en el área metropolitana de Vancouver, en Canadá, sobre 27.539 niñas y niños por el Ministerio de Salud de la Columbia Británica sobre la influencia de la exposición residencial a diferentes tipos de vegetación en el desarrollo de la primera infancia, estableció que los menores con mejores indicadores de desarrollo en sus primeros años de vida habitaban, de manera abrumadora, zonas con arbolado.

Otros muchos estudios científicos avanzan en la misma dirección, avalando así el beneficio de los árboles sobre la salud de las personas en nuestras ciudades.

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