Patriotas de los buenos

Las respuestas que damos en los momentos decisivos de nuestras vidas son las que nos marcan y definen cómo somos. Por ello, la respuesta que dio el PP a través de su secretaria general, Cuca Gamarra, a las pocas horas del asalto a las instituciones constitucionales en Brasil por parte de los partidarios del ultraderechista Bolsonaro, ignorando la naturaleza de este intento de golpe de estado, omitiendo cualquier apoyo al presidente democrático, Lula da Silva, al que se intentaba derribar, tratando de aprovechar la ocasión para arremeter, dañar y cuestionar una vez más a nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, demuestra la verdadera naturaleza moral y democrática que subyace en este partido.

El carácter nos viene dado por lo que hacemos, no por lo que decimos. Que en el principal partido de la derecha de este país no se sintiera un profundo desprecio y un rechazo inequívoco ante las imágenes de las turbas descontroladas que vandalizaban las principales instituciones democráticas de Brasil, protagonizando actos de saqueo, destrucción y violencia que ya vimos durante la toma del Congreso en los Estados Unidos dos años antes, es sumamente preocupante.

Tanto en la invasión del Congreso en los Estados Unidos, como en la toma de los edificios de los tres poderes constitucionales en Brasil hay demasiadas coincidencias inquietantes como para no preocuparnos. Estos asaltos han sido alentados y promovidos por expresidentes que no aceptaron sus derrotas electorales en las urnas, negando legitimidad democrática a sus nuevos sucesores, alentando la insurrección y el no reconocimiento del nuevo gobierno constituido. Además, en ambos casos, unos líderes con claros rasgos de narcisismo psicopático promueven una fuerza reaccionaria neofascista a nivel mundial, con conexiones con partidos ultraderechistas en muchos países, como sucede en España con Vox. También, en todos los casos, las hordas de vándalos son una mezcla que integra desde violentos ultraderechistas, a negacionistas de todo tipo, pasando por iluminados en trance y a muchos tontos del lugar que cuando son detenidos y enjuiciados coinciden en declarar que no sabían lo que hacían. Ha pasado con los procesados en Estados Unidos, está pasando en Brasil y también con los imputados por el asalto al Ayuntamiento de Lorca, en Murcia, en julio de 2020. Pero los autores intelectuales nunca dan la cara.

Y es que alimentar la llama de la violencia es muy fácil, lo que debería llevar a más de un partido y a más de un político a pensar dos veces lo que dicen y lo que hacen. No me extraña que el PP saliera a arremeter contra nuestro presidente del Gobierno en lugar de mostrar su inequívoco rechazo contra este golpe contra la democracia en Brasil, porque es lo que llevan haciendo desde hace años. La estrategia de cuestionar los resultados electorales, negar legitimidad democrática y alentar a la insurrección (de una u otra forma) es la estrategia de los dirigentes del Partido Popular desde que Rajoy dejó el Gobierno. Es lógico, por tanto, que se sientan confundidos a la hora de posicionarse contra un intento de golpe de estado, como el que se ha vivido en Brasil, cuando ellos mismos han estado llevando a cabo una estrategia similar con Pedro Sánchez y su Gobierno en los últimos años.

Lo llamativo es que todas estas hordas de vándalos asalvajados que toman con violencia las instituciones democráticas, tienen en común autodenominarse “patriotas”, aunque el rastro de violencia, saqueo y destrucción que dejan habla muy mal de la manera de querer a su patria. Pero es un rasgo común en todos aquellos que apelan a su condición de patriotas de los buenos, su manera de maltratar a su amada patria.

Estos días se ha conocido un caso más que afecta a uno de esos grandes patriotas, vinculado a diferentes casos de corrupción y defraudación a Hacienda. Qué mayor patriota que quien ha sido ministro de Defensa de un gobierno, como sucedió con Eduardo Serra en el Ejecutivo de José María Aznar. Tras dejar el Gobierno pasó a presidir diferentes fundaciones, como Everis o Transforma, junto a otras relacionadas con la venta de armamento. Desde la fundación Transforma prodigó numerosas apariciones públicas durante la crisis financiera en la pasada década, pidiendo un gobierno de concentración (no democrático) y difundiendo un informe en el que reclamaba cosas como la rebaja de impuestos a las grandes fortunas y empresas, el despido libre y gratuito, la privatización de servicios públicos y la reducción del estado de las autonomías.

Ahora se ha sabido que mientras difundía estas propuestas, promovió una sociedad instrumental para defraudar 1,1 millones de euros a Hacienda en los años 2011, 2012 y 2013, en sentencia de la Audiencia Nacional. Pocos años después también protagonizó operaciones de venta de armas a Arabia Saudí durante su guerra con Yemen, a pesar del embargo aprobado por el Parlamento europeo, por las que cobró comisiones superiores al millón de euros, utilizando para ello las fundaciones que presidía y sus contactos como exministro de Defensa del Gobierno de España.

Qué manera tan particular de ser patriotas tienen todos estos personajes que, envueltos en la bandera del país, apelando siempre a la ley y el orden, no paran de dañar al Estado, aprovechándose hasta llegar a defraudar todos los impuestos que pueden y exigiendo para los demás una austeridad y unos sacrificios que ellos nunca practican.

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