Patriotas de los buenos

Las respuestas que damos en los momentos decisivos de nuestras vidas son las que nos marcan y definen cómo somos. Por ello, la respuesta que dio el PP a través de su secretaria general, Cuca Gamarra, a las pocas horas del asalto a las instituciones constitucionales en Brasil por parte de los partidarios del ultraderechista Bolsonaro, ignorando la naturaleza de este intento de golpe de estado, omitiendo cualquier apoyo al presidente democrático, Lula da Silva, al que se intentaba derribar, tratando de aprovechar la ocasión para arremeter, dañar y cuestionar una vez más a nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, demuestra la verdadera naturaleza moral y democrática que subyace en este partido.

El carácter nos viene dado por lo que hacemos, no por lo que decimos. Que en el principal partido de la derecha de este país no se sintiera un profundo desprecio y un rechazo inequívoco ante las imágenes de las turbas descontroladas que vandalizaban las principales instituciones democráticas de Brasil, protagonizando actos de saqueo, destrucción y violencia que ya vimos durante la toma del Congreso en los Estados Unidos dos años antes, es sumamente preocupante.

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Pegarle al cazo

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Qué lejos nos quedan ya los aplausos de las ocho en apoyo a nuestros sanitarios. Cómo añoramos todo ese despliegue de solidaridad y ternura que de manera espontánea se puso en marcha durante los meses de encierro forzoso en casa. Y es que, a medida que salimos gradualmente de nuestro confinamiento, empezamos a asumir que el mundo que viene va a ser mas áspero y mas despiadado del que ya teníamos antes de la llegada del maléfico virus.

Muchos países seguimos al ralentí, despertándonos de los meses de mal sueño, tratando de poner en marcha una economía dañada, con millones de personas preguntándose por su futuro, asistiendo atónitos al espectáculo más bochornoso que jamás han dado algunos de los mayores líderes mundiales. Nunca en un momento tan crucial de la historia ha coincidido una generación de dirigentes en grandes países tan lamentables, tan ridículos, tan ególatras, una mezcla entre malos bufones y dictadores de medio pelo.

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