Pegarle al cazo

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Qué lejos nos quedan ya los aplausos de las ocho en apoyo a nuestros sanitarios. Cómo añoramos todo ese despliegue de solidaridad y ternura que de manera espontánea se puso en marcha durante los meses de encierro forzoso en casa. Y es que, a medida que salimos gradualmente de nuestro confinamiento, empezamos a asumir que el mundo que viene va a ser mas áspero y mas despiadado del que ya teníamos antes de la llegada del maléfico virus.

Muchos países seguimos al ralentí, despertándonos de los meses de mal sueño, tratando de poner en marcha una economía dañada, con millones de personas preguntándose por su futuro, asistiendo atónitos al espectáculo más bochornoso que jamás han dado algunos de los mayores líderes mundiales. Nunca en un momento tan crucial de la historia ha coincidido una generación de dirigentes en grandes países tan lamentables, tan ridículos, tan ególatras, una mezcla entre malos bufones y dictadores de medio pelo.

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