Pegarle al cazo

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Qué lejos nos quedan ya los aplausos de las ocho en apoyo a nuestros sanitarios. Cómo añoramos todo ese despliegue de solidaridad y ternura que de manera espontánea se puso en marcha durante los meses de encierro forzoso en casa. Y es que, a medida que salimos gradualmente de nuestro confinamiento, empezamos a asumir que el mundo que viene va a ser mas áspero y mas despiadado del que ya teníamos antes de la llegada del maléfico virus.

Muchos países seguimos al ralentí, despertándonos de los meses de mal sueño, tratando de poner en marcha una economía dañada, con millones de personas preguntándose por su futuro, asistiendo atónitos al espectáculo más bochornoso que jamás han dado algunos de los mayores líderes mundiales. Nunca en un momento tan crucial de la historia ha coincidido una generación de dirigentes en grandes países tan lamentables, tan ridículos, tan ególatras, una mezcla entre malos bufones y dictadores de medio pelo.

Mientras Donald Trump, en los Estados Unidos, sale diciendo que toma cada día las mismas pastillas de hidroxicloroquina que la OMS, en un comunicado oficial, afirma que producen graves efectos secundarios, desaconsejando su uso, este país supera de largo los 100.000 muertos, sin que nadie frene el avance de la epidemia en medio de un sistema de salud colapsado. Pero es que, en Reino Unido, las cosas no van mejor, con un Boris Johnson que apostaba por esa denigrante teoría llamada inmunidad del rebaño, como si los ingleses fueran ovejas llevadas al matadero de la pandemia, hasta que él mismo vio las orejas al lobo cuando enfermó, mientras el Covid-19 se extendía sin control por todo el país y sus máximos asesores recorrían Reino Unido de una punta a la otra portando la enfermedad. Y qué decir de Brasil, un país en manos del peligroso JairBolsonaro, que no ha parado de desafiar abiertamente cualquier medida sanitariaorganizando actos públicos en los que insultaba a periodistas y sanitarios, pidiendo a sus seguidores que hicieran vida normal, al tiempo que el país sufre los mayores niveles de contagio y de mortandad en el mundo, especialmente en los desprotegidos estados de laselva amazónica.

Todos estos dirigentes comparten un buen número de rasgos comunes, además de ser los peores presidentes en la historia de estos países. Encabezan esa alianza mundial emergente de una extrema derecha neofascista y populista, que está pervirtiendo los sistemas democráticos a base de mentiras y de falsas promesas, haciendo un uso impúdico de las redes sociales y de las nuevas tecnologías para la propagación de bulos y mensajes de odio. ¿Les suena?

Efectivamente, es una estrategia global que, de manera coordinada, se ha extendido como la pólvora en muchos países por la extrema derecha, que en España promueven Vox y algunos sectores del Partido Popular. No en vano, todos estos líderesvienen acordando alianzas políticas, compartiendo asesores en estrategias, como SteveBannon, el mayor productor de bulos, conspiraciones y misoginia, replicando casi al milímetro muchos de los engaños y falsedades que propagan en momentos tan delicados. Por eso, sorprenden las barbaridades que hacen y difunde la muchachada de la extrema derecha, cuando sus líderes hermanos en otros países son quienes están promoviendo una auténtica carnicería, repleta de gigantescos y ofensivos despropósitos. Son los mismos líderes a los que jalean esos bárbaros de la ultraderecha en España, empeñados en promover su estrategia de tierra quemada, dándole al cazo y desobedeciendo las reglas básicas para evitar la propagación del coronavirus.

Porque, por encima de la pandemia y de sus efectos, al margen del sufrimiento que la situación pueda causar en la sociedad, sin importarles contagiados, fallecidos, enfermos y profesionales sanitarios, los neofascistas de Vox y sus correligionarios solo tienen en estos momentos un único objetivo: alimentar en la sociedad un malestar gigantesco, sin importar cómo y a qué precio, que lleve a la sociedad a sentirse incómoda, a buscar que la situación pegajosa cambie de cualquier manera para quitarse de encima tanta suciedad. Es como esos vecinos a los que les cae en desgracia una ruidosa discoteca en los locales de abajo, que, a base de ruido, golpes y música a todo volumen, acaban de los nervios sin poder dormir, haciendo todo lo posible para que la situación insufrible acabe de una vez. Esa es la estrategia política de los que le pegan alcazo. Por eso les molestaban los aplausos de apoyo a los sanitarios de las ocho de la tarde, porque nunca apoyaron a los profesionales ni a la sanidad pública, como han demostrado siempre que han podido.

Repasemos brevemente algunas de las declaraciones públicas hechas por dirigentes de Vox en materia sanitaria. En marzo de 2019, Rubén Manso, uno de los responsables económicos de esta formación ultraderechista, explicó que su partido era contrario a que España tenga sanidad pública, mientras que, en julio del mismo año, Ignacio Garriga, portavoz del Comité Ejecutivo Nacional, afirmaba que la sanidaduniversal y gratuita es una lacra. Es lo que Vox ha defendido en sus programas, pidiendo retirar servicios, disminuir gastos, privatizar recursos e introducir amplios copagos.

Esto es lo que deberían saber muchos de los que jalean a estos personajes ysalen dándole al cazo en apoyo a sus ideas.

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