Mucho más grave que simple negacionismo

Cuando todavía se está retirando el barro en muchas calles de los pueblos de l´Horta Sud, la Ribera Alta y la Plana de Utiel-Requena, en plena coincidencia con otra nueva rimbombante Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), celebrada en Bakú (Azerbaiyán), que servirá para certificar la falta de compromisos efectivos para impedir que siga avanzando la crisis climática desbocada que vivimos y mientras volvemos a ser azotados por otra nueva DANA de importantes efectos sobre el litoral mediterráneo, empezamos a calibrar la enorme gravedad de los daños sufridos por esta sucesión catastrófica de eventos climáticos.

La comunidad científica internacional coincide en su diagnóstico de considerar que la aceleración de fenómenos meteorológicos extremos es una consecuencia más de una emergencia mundial por la entrada en una fase crítica del calentamiento global que impulsa alteraciones muy profundas en los patrones que regulan el sistema climático de la Tierra. Sin embargo, no habrán escuchado una sola vez desde el fatídico martes 29 de octubre en que la DANA asoló Valencia, a ninguna de nuestras autoridades de la Comunitat pronunciar las palabras “cambio climático”, ni en una sola ocasión.

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La política de la DANA

A medida que avanzaban los días y se confirmaba la magnitud de la catástrofe provocada por la DANA que castigó con particular dureza a municipios valencianos, nuestra congoja crecía al tomar conciencia de la dimensión de la calamidad y el enorme sufrimiento causado. Pero también al comprobar cómo esta desgracia nos ha llegado en el peor momento político posible, añadiendo más dificultades, si cabe, a la necesaria atención a las víctimas y al progresivo restablecimiento de unas condiciones básicas que tardarán tiempo en lograrse.

Y es verdad que hemos hablado mucho de dispositivos de alarma y prevención, de predicción meteorológica e hidráulica, de planificación y ordenación territorial, de cambio climático, de protocolos de emergencia y, por supuesto, de dispositivos de socorro y ayuda. Sin embargo, no hemos caído en la cuenta de una variable fundamental como es la política, imprescindible en estos momentos para afrontar democráticamente decisiones nacidas del acuerdo de fuerzas e instituciones que respondan a las necesidades de la población mediante una adecuada distribución de los recursos existentes.

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