
En la magnífica película de Nicholas Ray “Johnny Guitar”, el protagonista, encarnado por Sterling Hayden, pide a Vienna, su amor, interpretada magistralmente por Joan Crawford en una escena que ha pasado a la historia del cine, que le mienta y le diga que le quiere. Vienna afirma que le quiere y continúa repitiendo todas las frases mentirosas que pronuncia Johnny. Cinismo y amargura, engaño consentido. De la misma forma, cada vez con más frecuencia escuchamos lo que queremos oír sin detenernos en saber si es cierto ni aceptar que nadie pueda defender algo que nos saque de nuestras convicciones, aunque sean falsedades descomunales.
Y es que la mentira, el bulo, la impostura cotizan al alza en esta era de odios, negacionismos y conspiraciones que, con el nuevo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca, se están convirtiendo en la argamasa de su gobierno. Lo pudimos comprobar en ese mitin surrealista que dio tras su toma de posesión, jaleado allí por los asistentes y por los seguidores que se reunieron en el estadio Capital One Arena, de Washington. En un discurso habitualmente tan solemne como histórico, medios como la CNN encontraron más de veinte afirmaciones falsas, junto a innumerables amenazas, desplantes, descalificaciones e insultos. Pero para Trump forman parte del andamiaje sobre el que se sustentan sus políticas, las señas de identidad de esa extrema derecha global que encuentra, en el primer presidente condenado por 34 delitos graves, su líder patriarcal.
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