Sometidos al griterío y la degradación a la que se ha llevado a la política y a un buen número de instituciones en los últimos años, en coincidencia con el avance del autoritarismo reaccionario, olvidamos con frecuencia la importancia de pensar, planificar y trabajar sobre aspectos cruciales del futuro. Es así como nuestra responsabilidad sobre las próximas generaciones ha sido sustituida por un presente continuo inmerso en un barrizal que parece ensuciar todo lo que toca, impidiéndonos poner las luces largas para mirar por encima del insulto y la barbaridad cotidiana que nos roban tantas energías.
A duras penas conseguimos que la política no encalle día tras día, dejándonos sin fuerzas y a veces hasta sin aliento como para darnos cuenta de los procesos y experiencias apasionantes que están teniendo lugar en otros países, precisamente para tratar de anticipar un futuro tan complejo mediante cauces innovadores que implican de manera decisiva a la sociedad.
Sigue leyendo
