
Existe una preocupación generalizada por el avance del autoritarismo posdemocrático impulsado por una extrema derecha global que nunca ha tenido respeto hacia las instituciones democráticas, sin dejar de cuestionar importantes avances sociales que han costado mucho esfuerzo construir, pero que ahora se ven seriamente amenazados.
Desde que las fuerzas de extrema derecha empezaron a tener una presencia creciente en los parlamentos de diferentes países occidentales, desplegando su fanatismo sobre algunos de sus dogmas políticos y religiosos, han ido ganado espacio en los medios de comunicación con su discurso bélico descalificador, acompañado de una estrategia muy agresiva de desinformación y acoso en las redes sociales, permitiendo a estos grupos instalar su agenda populista radical con una normalidad inquietante.
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