Captando socios de ONG sin escrúpulos

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Todos les hemos visto en las calles de nuestras ciudades e incluso les hemos esquivado como buenamente hemos podido, con excusas apresuradas, acelerando el paso o mirando al suelo, tratando de evitar su petición de que nos paremos unos minutos para escucharles. Me refiero a los grupos de captadores de socios para ONG que periódicamente ocupan lugares estratégicos de nuestras calles, tratando de echar el lazo a los viandantes para conseguir sus objetivos.

Es cierto que en no pocas ocasiones la insistencia de su persecución a quienes pasan a su lado, su agobiante machaconería e incluso algunos de los argumentos y frases desafortunadas que lanzan, nos colocan en una posición incómoda. Hasta el punto que últimamente no dejo de ver artículos que describen de forma jocosa cómo librarte de estos grupos de captadores, sin caer en la cuenta de que todos ellos trabajan para engordar socios e ingresos en numerosas ONG y son víctimas de unas condiciones de trabajo abusivas e indignas que dicen muy poco de las organizaciones que los utilizan, o mejor dicho, de las agencias de marketing contratadas por las ONG que subarriendan sus servicios, como si aquellas entidades que las contratan creyeran que así no se manchan las manos utilizando a estos trabajadores de forma tan precaria como vulnerable. Incluso en Internet se pueden leer relatos que cuentan en primera persona y con particular crudeza las desagradables experiencias que muchos de los jóvenes que trabajan en estas ocupaciones han tenido, como la del alicantino Esteban Ordóñez, con el elocuente título de “El nada humanitario negocio de captar socios para ONG”. Les aconsejo que lo busquen y lo lean para darse cuenta de que estos jóvenes que con sus petos ocupan calles y plazas, personas con formación que no se resignan a vivir en un país sin empleo ni oportunidades, son víctimas de un sofisticado sistema de marketing que en nombre del humanitarismo y la solidaridad, les coloca a los pies de los caballos, al límite de la legalidad laboral, sin prácticamente derechos, pisoteando su dignidad como trabajadores.

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