Muchos pensábamos que la década fallida de políticas de austeridad expansivas había arrojado enseñanzas imprescindibles para todos, pero nos equivocamos. En cuanto la Unión Europea ha podido, vuelve, una vez más, a demostrar que es la administradora de los intereses y capitales del norte de Europa frente a los países del sur, convertidos enlastres para su proyecto político hegemónico. Lejos de entender que la actuación irresponsable de la Troika (formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) durante los años de la Gran Recesión fue desastrosa, que su desdén hacia el sufrimiento de las sociedades del sur y su incapacidad paramostrar la más mínima empatía social y política han sido el caldo de cultivo para el ascenso del fascismo en el viejo continente y la extensión de grupos xenófobos ultranacionalistas, vuelven a la carga con renovada soberbia.
Ahora es el coronavirus la excusa para querer imponernos su proyecto “biopolítico” con el que decidir el futuro de los países del sur de Europa, muy dañados por la pandemia y sus efectos, debilitados en sus cimientos económicos y sociales. No son los virus los únicos agentes patógenos que buscan enfermar nuestros debilitadoscuerpos, también son las políticas que exigen los gobiernos de Alemania y Países Bajos.