Anatomía política de una desigualdad sin futuro

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Si el crecimiento económico es la respuesta, hace tiempo entonces que la pregunta está mal formulada. Porque cuanto más insisten en decirnos que nuestra economía crece y la recuperación económica es un hecho, más cuenta nos damos de la cantidad de personas que se están quedando en la cuneta en este país.

Naturalmente que debemos alegrarnos de que la actividad económica recupere su vitalidad, pero de nada servirá un crecimiento sin redistribución, sin taponar la gigantesca brecha que la Gran Recesión ha abierto en una España que arrastraba importantes niveles de pobreza y desigualdad que la crisis ha arrojado al océano de la indiferencia. Porque para este Gobierno, los damnificados por la crisis ya no importan si nuestra economía crece.

Pero por mucho que nuestros gobernantes se empeñen en maquillar cifras, en utilizar de manera interesada las estadísticas o en ocultar aquellos indicadores desfavorables, el retrato que ofrece España en estos momentos no puede ocultar los altos niveles de pobreza y desigualdad alcanzados, que son de los mayores de la UE-28, una pobreza sin apellidos, porque todas las pobrezas son preocupantes.

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