
En los últimos días, se suceden las noticias que nos hablan de la destrucción que hemos emprendido y las graves amenazas que planean sobre el futuro. No me estoy refiriendo a la guerra en Ucrania, aunque pueda parecerlo, sino a otra contienda que la humanidad tiene abierta contra el planeta y la naturaleza, que está dañando de manera acelerada las condiciones que han hecho posible la vida de mujeres y hombres durante generaciones.
Es cierto que nos hemos acostumbrado a informaciones que nos hablan de estudios, investigaciones y sucesos inquietantes que demuestran hasta qué punto el impacto humano sobre el planeta está destruyendo y alterando las bases mismas de la vida y de la biosfera. Pero esta semana se han sucedido tantos testimonios de ello que ni siquiera hemos tenido tiempo de asimilarlos, inmersos como estamos en una guerra en Europa sobre la que sobrevuela el uso del arma nuclear. Sin embargo, los estudios que se han difundido estos días no pueden ser más pesimistas.
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