Una ayuda vital para millones de palestinos

El día después de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, tras analizar la acusación presentada por Sudáfrica, dictaminara que hay evidencias ciertas contra Israel de estar realizando un genocidio en Gaza contra la población palestina, existiendo un peligro real e inminente de causar un daño irreparable a los derechos que protege la “Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio”, los servicios secretos israelíes difundieron a diarios estadounidenses un informe en el que aseguraban que doce trabajadores de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) habrían participado en los ataques de Hamás, del pasado 7 de octubre, en los que 1.200 israelíes murieron y otros 250 fueron capturados como rehenes.

A pesar de que la Corte de La Haya, en una sentencia histórica, obligara a Israel a tomar medidas urgentes e inmediatas para impedir actos genocidas contra los refugiados palestinos por su ejército, deteniendo y castigando cualquier incitación a cometerlos, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aclaró de inmediato la respuesta de su gobierno, afirmando: “ni La Haya ni nadie nos va a parar”. Y efectivamente, los bombardeos indiscriminados, los asesinatos contra la población palestina en Gaza, la destrucción y la barbarie han continuado sin miramientos, aumentando el salvajismo y la inhumanidad contra una población indefensa que vive encerrada en campos de refugiados en situaciones extremadamente penosas, al límite de la supervivencia.

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Dolor ante la barbarie en Gaza

¿Cuánto dolor somos capaces de tolerar sin que nos destroce el alma? ¿Qué grado de deshumanización podemos llegar a aceptar sin que se nos agriete la conciencia? ¿Cuánta barbarie podemos resistir sin mostrar un pellizco de empatía, una brizna de humanidad o un puñado de compasión?

Asistir a un genocidio deliberado y planificado, tal y como recoge el artículo II de la Convención Internacional para la prevención y sanción del delito de genocidio, aprobada por Naciones Unidas en 1948, que fue aplicado por vez primera en los juicios de Núremberg por el exterminio contra el pueblo judío, pero que ahora, paradojas de la vida, son esos mismos judíos los que están perpetrándolo contra el pueblo palestino ante los ojos del mundo, nos demuestra la enorme elasticidad de los patrones morales y legales que maneja actualmente el mundo occidental.

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