
Andan estos días en el PP soliviantados contra el anuncio de indultos a los presos del “procés” avanzado por el Gobierno central, tratando de caldear el ambiente de la mano de todas las fuerzas ultramontanas, con manifestación en la plaza de Colón incluida, lugar que ha sustituido a la plaza de Oriente en las reivindicaciones más patrias. Nuevamente se han desempolvado los insultos gruesos contra el presidente, Pedro Sánchez, pronunciados al unísono por ese magma nacionalcatólico, con amenazas sobre las graves catástrofes que se precipitarán sobre todos nosotros de consumarse lo que para Vox, el PP y Cs es “una gigantesca traición a la patria cometida por el mayor felón que ha presidido un gobierno en España”. Y se quedan tan panchos.
Son tantas las ocasiones en las que esta derecha asilvestrada ha pronosticado gigantescas hecatombes si se adoptaban decisiones políticas que rechazaban de manera colérica, como cuando se aprobó la ley de interrupción voluntaria del embarazo, el divorcio, educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual y hasta la subida del salario mínimo, que ya solo nos produce hilaridad tanto catastrofismo, viendo después cómo muchos de ellos usan de manera compulsiva esos mismos derechos reconocidos por leyes a las que de manera tan furibunda se oponían.
Y en esta ocasión, como ya nos tiene acostumbrados el Partido Popular, ha vuelto a plantear otra nueva y asombrosa recogida de firmas, lanzando a sus líderes provinciales y regionales a plantar mesas en calles y plazas para caldear así más el ambiente. Al igual que si se tratara de trofeos de caza, responsables y cargos públicos populares se fotografían ufanos ante las mesas de firma, como si con ello ya hubieran solucionado el desafío independentista catalán, cuyas llamas contribuyeron a alimentar también con otra irresponsable recogida de firmas que iba acompañada de un disparatado boicot al consumo de productos procedentes de esta comunidad.
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