Cuando llevamos dos semanas de confinamiento, a estas alturas lo único que sabemos es que la situación que vivimos es muchísimo más dura, trágica y dolorosa de lo que se nos dijo. No estábamos preparados para este colapso y para tanto sufrimiento como vemos, hasta el punto que, ni siquiera nos atrevemos a imaginarlo en toda su dimensión. Sabemos que es hora de aguantar, de resistir, de estar en casa, de hacer lo mejor que podamos desde nuestras responsabilidades, con los nuestros, con la mucha gente que sigue trabajando para que nuestras vidas continúen, especialmente los maltratados trabajadores sanitarios.
Si hay una palabra que en estos momentos cobra todo su sentido es la empatía, más necesaria que nunca. La misma empatía que falta en tantos políticos que vivenajenos a este gigantesco drama para repetir sus envenenados mensajes tóxicos, que juegan al oportunismo propagandístico utilizando la mentira y el desprecio, que quienesdesde el minuto uno, han tratado de sacar tajada como sea, sin reparar en la angustia de tantos, de espaldas al llanto de quienes tienen familiares contagiados o han perdido a una persona querida. No es, únicamente, el sistema sanitario el que no estaba preparado para esta gigantesca pandemia; tampoco lo estaban nuestros políticos, dentro y fuera de España, como no dejan de demostrar cada día que pasa.