El barrio de San Antón como metáfora

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Con relativa frecuencia se menciona la ausencia de un modelo de ciudad como uno de los principales motivos del proceso de deterioro imparable que vive Alicante, algo equivocado. Quienes lo afirman deben pensar que las urbes son como las magdalenas, que crecen en función de los moldes que tengan, cuando en realidad, lo que viene fallando es un buen modelo de gobierno municipal para evitar que Alicante y sus barrios permanezcan como un barco a la deriva y sin rumbo, abandonados a su suerte.

Ese buen modelo de gobierno del que Alicante carece tendría que haber recuperado, hace tiempo, la ciudad como un espacio de derechos: a la vida de calidad para sus vecinos, al cuidado de los barrios y los espacios públicos, a la convivencia, a la vivienda, a la identidad, al respeto del patrimonio urbano, a la participación real, a la regeneración urbana, a la cohesión social y a la convivencia, entre otros muchos.

Por el contrario, el abandono visible que viven buena parte de los 42 barrios y partidas rurales en Alicante evidencia una falta de proyecto político global sobre la ciudad, dejando así que se ensanche una brecha cada vez mayor entre unos barrios y otros. En muchos de ellos el deterioro urbano es imparable, la falta de cohesión social manifiesta, la degradación en su parque de viviendas y en sus escasos espacios públicos insoportable, viviendo actuaciones de carácter marginal que los convierten en territorios en declive, a pesar de tener unas condiciones magníficas para disfrutar de una buena calidad de vida.

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La crisis reconfigura en profundidad la inmigración en Alicante

Retorno Inmigrantes

Dominados como estamos por el discurso económico, olvidamos con frecuencia la relevancia de procesos muy importantes que son los que verdaderamente están moldeando nuestras sociedades. Y mientras una política entendida como coartada para los poderes económicos y financieros impulsa el canibalismo social, destruyendo espacios básicos de convivencia, las personas reaccionan para sobrevivir en uno de los momentos más complejos de la historia contemporánea. Y son los grupos más vulnerables quienes están desplegando estrategias de supervivencia muy llamativas, entre los que sobresalen los inmigrantes.

Nuestra crisis está siendo devastadora para los inmigrantes, carentes de redes familiares de apoyo y situados entre los sectores más vulnerables de la población. De hecho, asistimos a la primera gran crisis que viven éstos entre nosotros, registrándose así efectos novedosos y desconocidos hasta ahora. Sin embargo, resulta llamativo que los inmigrantes y la inmigración hayan desaparecido prácticamente del espacio público y de los medios de comunicación precisamente en estos momentos, cuando se multiplican las medidas contra los mismos. Esto obedece a dos razones esenciales. En primer lugar, a la voluntad de que en medio de la crisis, los inmigrantes desaparezcan del espacio público (instituciones y servicios públicos, como vemos en la sanidad), promoviendo políticas contra la inmigración. Pero también, al hecho de que los inmigrantes han optado por sobrevivir y desarrollar estrategias de supervivencia, fuera de conflictos.

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