Brecha digital que empobrece

Son muchos los estudios e investigaciones que se están llevando a cabo para determinar la huella que la pandemia ha generado en nuestra sociedad en términos de pobreza, exclusión y desigualdad. Se trata de conocer las consecuencias desencadenadas sobre las condiciones de vida de la población que, con mayor crudeza, ha sufrido estos meses tan duros, saber cómo ha afectado a la vida de personas y familias, evitando que haya sectores que se queden excluidos, marginados y apartados de la ansiada recuperación económica y social.

Entre los muchos datos que investigadores y centros de estudios manejamos, destaca con fuerza un elemento que en esta pandemia ha jugado un papel clave sobre la población más vulnerable en su acceso a ayudas y dispositivos sociales, e incluso por su papel fundamental para la inclusión social y la educación de sectores tan importantes como los niños, niñas y adolescentes (NNA). Nos referimos a la profunda brecha digital que se está abriendo en numerosos hogares y grupos de personas, particularmente los más pobres y vulnerables, convirtiéndose con rapidez en un factor de exclusión añadido de primer orden.

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Oligarquías digitales

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Los gobiernos que concentran el poder en un pequeño grupo de personas se denominan oligarquías, caracterizándose por controlar el conjunto de las políticas del Estado a favor de sus intereses. Para ello, monopolizan la economía, desplegando un amplio dominio sobre el poder político, al tiempo que ejercen una concentración progresiva de los recursos a su servicio. El resultado es un acaparamiento de la economía en beneficio de estos oligarcas, generando una desigualdad creciente en el reparto y acceso a los recursos, causando procesos de acumulación de riqueza, de renta y poder a costa de aumentar los sectores empobrecidos. El resultado es el debilitamiento de los sistemas democráticos, aumentando la injusticia y la impunidad.

En un mundo cada vez más dislocado por las profundas desigualdades que están dañando las bases de la convivencia, se abre paso con fuerza una nueva forma de concentración de poder, de riqueza y de control nunca antes visto, de la mano de las grandes corporaciones y monopolios digitales. Hasta el punto que se está produciendo una reconfiguración silenciosa de la economía y también del poder político en todos los países, de la mano de poderosas empresas tecnológicas especializadas en uno de los productos más valiosos en estos momentos: los datos personales.

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