Pobrezas complejas

A medida que hemos avanzado en el estudio y en un mejor conocimiento de la pobreza y sus componentes personales, sociales y territoriales, hemos pasado de analizar y valorar elementos vinculados a la renta y al consumo a incorporar otros muchos indicadores multidimensionales que nos permiten comprenderla mejor. Si siempre es complicado acercarnos a dinámicas extraordinariamente complejas que intervienen en los procesos de privación y adversidad, lo es todavía más cuando hablamos de colectivos vulnerables y excluidos, que en muchos casos viven en condiciones de marginalidad o fuera de los circuitos formales, saliendo adelante como pueden.

Sin darnos cuenta de ello, en las últimas décadas hemos encadenado crisis que se han ido sucediendo y aumentando en intensidad, con implicaciones globales, sociales y económicas de una enorme profundidad, en lo que algunos investigadores denominan ya como “Policrisis”. Tras la Gran Recesión provocada por la crisis financiera internacional que dañó economías enteras, cuando comenzábamos a recuperarnos nos vimos asolados por una virulenta pandemia global que provocó 25 millones de muertes en todo el planeta, generando un shock en la economía y en las sociedades nunca visto. Dos años después y cuando el mundo consiguió amortiguar sanitaria y económicamente esta pandemia, estalló la invasión rusa en Ucrania y se desató una guerra en Europa con efectos colaterales muy dañinos, con una crisis energética, una escalada inflacionista, el aumento de precios de productos esenciales, la escasez de alimentos básicos y la subida del precio de la vivienda, a los que se añaden los efectos del cambio climático que están agudizándose rápidamente, junto a la multiplicación de conflictos regionales.

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