Nuevos enfoques para el Ingreso Mínimo Vital (IMV)

Uno de los dispositivos de protección social más importantes desplegados para contener los profundos efectos de la crisis causada por la pandemia de la Covid-19, junto a la extensión del mecanismo de los ERTE, fue la implantación del novedoso Ingreso Mínimo Vital (IMV), de ámbito estatal, que se sumaba al sistema de rentas de inserción autonómicas que con un recorrido muy desigual estaba en marcha. El impresionante aumento del desempleo que con rapidez generó la crisis sanitaria, los elevados niveles de pobreza alcanzados junto a la acusada caída de ingresos básicos en cientos de miles de familias exigía de una respuesta urgente, efectiva y ágil capaz de proporcionar recursos fundamentales para la subsistencia en un momento en el que la economía mundial vivía un “shock” generalizado de una profundidad desconocida.

En la nota del Consejo de Ministros tras su aprobación, en mayo de 2020, se afirmaba que el IMV llegaría a 850.000 hogares en los que vivían 2,3 millones de personas, con especial incidencia sobre menores, posibilitando así, en palabras textuales recogidas en este comunicado, “la práctica erradicación de la pobreza extrema” en España, algo que en su momento parecía excesivamente eufórico y que el tiempo ha demostrado completamente desmedido.

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Pobrezas complejas

A medida que hemos avanzado en el estudio y en un mejor conocimiento de la pobreza y sus componentes personales, sociales y territoriales, hemos pasado de analizar y valorar elementos vinculados a la renta y al consumo a incorporar otros muchos indicadores multidimensionales que nos permiten comprenderla mejor. Si siempre es complicado acercarnos a dinámicas extraordinariamente complejas que intervienen en los procesos de privación y adversidad, lo es todavía más cuando hablamos de colectivos vulnerables y excluidos, que en muchos casos viven en condiciones de marginalidad o fuera de los circuitos formales, saliendo adelante como pueden.

Sin darnos cuenta de ello, en las últimas décadas hemos encadenado crisis que se han ido sucediendo y aumentando en intensidad, con implicaciones globales, sociales y económicas de una enorme profundidad, en lo que algunos investigadores denominan ya como “Policrisis”. Tras la Gran Recesión provocada por la crisis financiera internacional que dañó economías enteras, cuando comenzábamos a recuperarnos nos vimos asolados por una virulenta pandemia global que provocó 25 millones de muertes en todo el planeta, generando un shock en la economía y en las sociedades nunca visto. Dos años después y cuando el mundo consiguió amortiguar sanitaria y económicamente esta pandemia, estalló la invasión rusa en Ucrania y se desató una guerra en Europa con efectos colaterales muy dañinos, con una crisis energética, una escalada inflacionista, el aumento de precios de productos esenciales, la escasez de alimentos básicos y la subida del precio de la vivienda, a los que se añaden los efectos del cambio climático que están agudizándose rápidamente, junto a la multiplicación de conflictos regionales.

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Hablemos de la evolución de la pobreza

Los investigadores construimos un método científico a partir de evidencias empíricas de distinta naturaleza que alimentan nuestros estudios. Es algo que se aplica en todos los campos y disciplinas de conocimiento, incluyendo, por supuesto, aquellas que afectan a problemas sociales como la pobreza, la desigualdad o la exclusión. La pobreza no es algo abstracto sino que tenemos que conocerla, medirla y cuantificarla mediante indicadores objetivos verificables. Otra cosa es la dificultad para obtener datos empíricos solventes sobre cuestiones que, en ocasiones, son muy complicadas de analizar en toda su extensión.

Una de las herramientas más importantes de las que disponemos para analizar la evolución y profundidad de la pobreza y la desigualdad es una serie estadística llamada “Encuesta de Condiciones de Vida” (ECV), basada en criterios armonizados para todos los países de la UE con el objetivo de facilitar datos estadísticos comparativos sobre la distribución de ingresos, pobreza y exclusión social en los países europeos.

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