Hacer las paces con nuestras ciudades

Las Navidades son unas fechas especiales en las que todos salimos a las calles de nuestras ciudades a disfrutar con los nuestros de esa energía que encontramos en el espacio público. En pocos momentos del año recorremos, paseamos y disfrutamos con tanta intensidad de nuestros barrios y calles, que rebosan de esa alegría que transmiten las personas cuando comparten con otros momentos de satisfacción. Y es que, ¿para qué vivir en ciudades si no somos capaces de hacerlas habitables, accesibles y saludables para quienes en ellas residen?

Las calles son el espacio central de las urbes, los circuitos nerviosos que conectan la vida y transmiten los estímulos sociales. Como espacios públicos que son, las calles son las vías de comunicación por excelencia, lugares de paseo y ocio, ejes que albergan el comercio que satisface nuestras necesidades materiales de proximidad. Pero también son articuladores de encuentro y sociabilidad, necesarios para nuestra salud física y emocional, donde salimos al encuentro de los demás y al disfrute de la vida mediante el esparcimiento, el juego, las relaciones, el descubrimiento o las compras, visitando los comercios y establecimientos locales. No es casual que tantas veces necesitemos salir a la calle, aunque solo sea a dar un paseo y sentirnos mejor.

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