Hacer las paces con nuestras ciudades

Las Navidades son unas fechas especiales en las que todos salimos a las calles de nuestras ciudades a disfrutar con los nuestros de esa energía que encontramos en el espacio público. En pocos momentos del año recorremos, paseamos y disfrutamos con tanta intensidad de nuestros barrios y calles, que rebosan de esa alegría que transmiten las personas cuando comparten con otros momentos de satisfacción. Y es que, ¿para qué vivir en ciudades si no somos capaces de hacerlas habitables, accesibles y saludables para quienes en ellas residen?

Las calles son el espacio central de las urbes, los circuitos nerviosos que conectan la vida y transmiten los estímulos sociales. Como espacios públicos que son, las calles son las vías de comunicación por excelencia, lugares de paseo y ocio, ejes que albergan el comercio que satisface nuestras necesidades materiales de proximidad. Pero también son articuladores de encuentro y sociabilidad, necesarios para nuestra salud física y emocional, donde salimos al encuentro de los demás y al disfrute de la vida mediante el esparcimiento, el juego, las relaciones, el descubrimiento o las compras, visitando los comercios y establecimientos locales. No es casual que tantas veces necesitemos salir a la calle, aunque solo sea a dar un paseo y sentirnos mejor.

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La vida a través de las farolas

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Intentar conocer mejor la vida que late en las ciudades es un ejercicio nada sencillo. Sus gentes, sus calles, sus edificios, son testimonios vivos en cada ciudad de su vitalidad o de su decrepitud. Pero para comprenderlos, debemos acercarnos a ellos con humildad, sin prisa, con una mirada abierta y carente de prejuicios si queremos entender procesos con frecuencia nada sencillos que aparecen ante nosotros y que habitualmente nos pasan desapercibidos. Es lo que he llamado “semántica social”, contenida en muchos detalles existentes en cada ciudad, sobre los que no prestamos la suficiente atención. Hasta el punto que podemos tratar de comprender mejor nuestras ciudades a través de múltiples detalles que existen en ellas, y que contemplamos cada día con monótona rutina. Ya lo mostré en mi post, “El lenguaje secreto de los porteros automáticos”, y a la vista de las peticiones que he tenido para que muestre otros trabajos, me he decidido a hacer este nuevo.

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