El deliberado abandono que la UE hace sobre la situación de los refugiados en su territorio y el sistemático incumplimiento de acuerdos, convenios y tratados internacionales han acelerado el proceso de descomposición del proyecto europeo que en la actualidad vivimos. Actuar de forma tan negligente ante un problema humanitario de tal envergadura ha convertido una crisis de refugiados en una crisis del proyecto político de la UE, entendido como un espacio común de libertad, solidaridad, justicia y respeto a los derechos humanos. Todo ello es lo que está saltando por los aires frente a la visión egoísta e irresponsable de los gobiernos e instituciones europeas.
Si el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, explicaba en su discurso sobre el estado de la UE del pasado año que la crisis de asilo y refugio era la prioridad más urgente y trascendental que tenía Europa, tenemos que concluir que estamos ante uno de los mayores fracasos deliberados desde que ésta existe. Basta decir que a estas alturas, de los exiguos 160.000 refugiados que los países europeos se comprometieron a reubicar solemnemente el pasado mes de septiembre, únicamente se han realojado a 272 de ellos, es decir, el 0,1%.