
Tras la gigantesca crisis migratoria que estalló en la UE desde el año 2015, cuando decenas de miles de migrantes forzosos trataban de llegar hasta su territorio, protagonizando en muchos casos dramáticos naufragios en el Mediterráneo, la Comisión Europea se inventó una respuesta llamada “Agenda Europea de Inmigración” que, según se decía, daría una respuesta integral a la gestión de la inmigración en Europa y marcaría un antes y un después en la política migratoria en los países de la Unión. Lo cierto es que, mientras responsables comunitarios de entonces hacían declaraciones rimbombantes sobre la política de migración y asilo pactada, la realidad se empeñaba en demostrar que Europa atravesaba la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial debido a la pasividad, la negligencia y la irresponsabilidad de instituciones y países, incapaces de respetar sus propios acuerdos.
Recientemente, la comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatović, calificaba de “deplorable” la política migratoria y de asilo de la UE desde 2015 y no le faltaba razón. Basta decir que, desde entonces y según datos oficiales de las Naciones Unidas, se han contabilizado en naufragios de embarcaciones que trataban de acceder a costas europeas 18.226 personas fallecidas, junto a los cuerpos que nunca serán encontrados. De ellos, 1.717 corresponden a fallecidos que trataban de llegar hasta España en el pasado 2020, lo que da buena idea de la importancia que ha adquirido nuestro país como frontera Sur en las rutas migratorias que tratan de llegar hasta el continente europeo.
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