
Hace veinte años que el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz publicó un libro premonitorio, “El malestar en la globalización”, en el que exploraba la creciente ola de descontento que se extendía por buena parte del mundo de la mano de unas reglas económicas profundamente injustas que alimentaban pobreza, desigualdad y una amplia insatisfacción.
Hoy en día, el malestar creciente parece haberse convertido en un elemento universal que sacude transversalmente a todas las sociedades. Son tantos los países en los que hay movilizaciones, conflictos, luchas, manifestaciones, huelgas y protestas de una forma u otra que pudiéramos pensar que este malestar global se ha convertido en la seña de identidad de nuestro tiempo, en una energía universal que une a todos los países y sociedades.
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