Cifras, mentiras y silencios sobre la Ayuda al Desarrollo de España en 2015

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Coincidiendo con la designación de España como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se están presentando los presupuestos de la Ayuda Oficial al Desarrollo de España para el año 2015 dentro de los Presupuestos Generales del Estado mediante informe a la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Congreso de los Diputados. El documento que se ha remitido a los diputados sustituye a los anteriores PACI Previsiones, siendo tan escueto como insuficiente, al contar con unas escasas 7 páginas más 2 de anexos, dando buena idea de la pobre información remitida al Parlamento.

Ahora bien, ni este documento ni las cifras contenidas en el informe están a la altura que exige un Parlamento, ni al nivel de un país donante, ni mucho menos, en línea con las responsabilidades en materia de cooperación al desarrollo que España ha suscrito ante Naciones Unidas. Pero retrata con bastante aproximación ese gigantesco cinismo político al que nos tiene acostumbrado este Gobierno del PP, haciendo lo contrario de lo que dice, también en materia de Ayuda al Desarrollo, habiendo llevado a la cooperación española a su desguace y a sus niveles más bajos de toda la historia.

AOD 2015

El 4 de abril de 2013, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, clausuraba en Madrid la reunión de alto nivel sobre Seguridad Alimentaria en la Casa de América, en Madrid, bajo el auspicio de Naciones Unidas. En su discurso, Rajoy señalaba su compromiso firme con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) del año 2000, al tiempo que afirmaba que “la política de cooperación al desarrollo debe ser una de las políticas de Estado fundamentales”, asegurando que “la ayuda al desarrollo es una inversión de futuro”. Claro que lo que no decía era que los ODM se comprometen a alcanzar el 0,7% de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) para el año 2015 en los países donantes, entre los que está España, mientras que el Gobierno de Rajoy ha recortado la Ayuda al Desarrollo un 45% desde que entró en 2011. Y es que desde hace tiempo, los datos e informaciones que se vienen dando sobre la cooperación española se han manipulado deliberadamente hasta desdibujar nuestro perfil como país donante.

Algo parecido viene sucediendo con todas las previsiones de gasto en Ayuda Oficial al Desarrollo por parte de España. Nunca en toda su historia como país donante un solo Gobierno ha dado cumplimiento a sus previsiones de gasto en AOD, situándolas siempre por encima de las realmente alcanzadas, algo que también viene sucediendo con el Gobierno del PP, especialistas como son en ingeniería presupuestaria y maquillaje de cifras.

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La voladura de la cooperación española

Indicadores para confirmar el deliberado colapso de la política de AOD

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La política de cooperación española no atraviesa buenos momentos. Tampoco el conjunto de políticas sociales y de solidaridad, si bien, el recorte que se ha efectuado sobre la ayuda al desarrollo en España solo puede considerarse  histórico, descomunal, el mayor en toda la comunidad de países donantes y muy superior al que se ha llevado a cabo sobre otras áreas sociales, educativas o sanitarias. Es así que se ha insistido en la profundidad de los recortes sobre la cooperación española, ignorando que esta política atraviesa un estado de extrema gravedad que va más allá de los recortes económicos, aún siendo estos enormemente graves, para conducirla a una situación que desdibuja completamente sus finalidades esenciales y la reduce a un simple instrumento de intereses de distinta naturaleza.

Los profundos recortes sobre la cooperación española que han adoptado tanto el anterior Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, como particularmente el Gobierno de derechas de Mariano Rajoy, la han conducido a una situación de desmantelamiento efectivo al reducirla a la mínima expresión, alejada de acuerdos y compromisos contraídos en la agenda internacional del desarrollo. Si los recortes han sido tan profundos se debe a que nuestra política de Ayuda Oficial al Desarrollo no se había consolidado como una verdadera política de Estado, permaneciendo instalada desde tiempos inmemoriales en una situación de permanente crisis que alejaba nuestro sistema de cooperación de los donantes más relevantes.

 Ni la crisis de la cooperación española comenzó con los recortes que en mayo de 2008 inició el Gobierno de Zapatero, ni tiene una exclusiva motivación económica aunque los recursos sean imprescindibles, sino que hunde sus raíces en problemas de mucho mayor calado que con el paso de los años se han acabado por cronificar, pero de los que se ha querido hablar muy poco, porque para ello había que hablar de política, de política de ayuda al desarrollo y, por tanto, de opciones, decisiones y responsabilidades políticas. Y ello es algo que de forma deliberada se ha querido evitar por muchos de los actores de la cooperación española, para no incomodar a sus responsables y poder acceder a sus favores. Y esta “aristocracia” de la cooperación en España ha tenido, también, responsabilidades con su pasividad, cuando no han apoyado su rumbo con el paso del tiempo, y que ahora sus responsables nos venden como un proceso saludable de “cooperación low cost”.

Así las cosas, siendo esenciales los recursos económicos para llevar a cabo las políticas, en el caso de la ayuda al desarrollo no son el componente exclusivo, ni mucho menos, si no se acompañan al mismo tiempo de otras decisiones, dispositivos y estrategias que aseguren su adecuada finalidad. Hasta el punto que durante la etapa socialista, se tomó como bandera el logro del compromiso 0,7% en el año 2012, algo de imposible cumplimiento pero que redujo la política de cooperación española a este lema de futuro, sin proyectos estructurales visibles sobre el presente y sin ir acompañada de otros cambios imprescindibles en las estructuras institucionales, técnicas y estratégicas.

Y a medida que los gobiernos socialistas centraron todas sus energías en el logro del 0,7%, situaron en un segundo plano otras exigencias mucho más acuciantes, reduciendo la complejidad de las políticas de cooperación y los problemas de la pobreza en el mundo a una simple cifra que se pensaba que crecería frenéticamente, sin abordar las grandes reformas estructurales e institucionales. De forma que cuando llega el Partido Popular al Gobierno, en noviembre de 2011, arremete contra una política de solidaridad internacional en la que no cree y que adolece de importantes problemas estructurales. Y más allá de unos recortes de enorme calado, el Gobierno de derechas de Rajoy cuestiona el papel y la funcionalidad de una política de cooperación internacional que entorpece su proyecto ultraliberal y conservador en el que no cabe la solidaridad social. El Partido Popular profundiza así en un proceso que venía tomando cuerpo desde hace años, al afectar morfológica y metabólicamente al sentido mismo de la ayuda al desarrollo.

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