Sin complejos

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Coincidiendo con la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, se puso de moda la palabra “posverdad” para hablar de los acontecimientos explicados a la opinión pública que no están construidos por hechos objetivos, en definitiva, que no son ciertos. Y así llegaron al poder un grupo de dirigentes políticos en distintos países, todos ellos de ideologías neofascistas o de extrema derecha, caracterizados por una utilización indecente de mentiras, insultos y sandeces que de manera continua han desfigurado la realidad para tratar de defender sus agresivos postulados. Parecía que al llamar posverdad a auténticas falsedades, estas se suavizaban y perdían con ello su deliberada voluntad de engaño.

Dos años después, la extrema derecha emergente y rampante dice hablar “sin complejos”, ser una derecha “sin complejos”, tener candidatos “sin complejos” o contar con un programa electoral “sin complejos”, como si esa pérdida de complejos, de la que presumen el Partido Popular y VOX, fuera un gran avance político. Resulta, cuando menos llamativo, ese reconocimiento formal que se hace de haber estado acomplejado con anterioridad, se entiende que en la etapa de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, a quien desde algunos sectores ultraderechistas se le denominaba, con evidente voluntad de ofensa, como “maricomplejines”. Su sucesor, Pablo Casado, en el viaje que está haciendo hacia la ulttraderecha, parece así dar por válidos los insultos e invectivas que se lanzaban contra su antecesor en el Partido Popular.

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Soria y el Banco Mundial

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Artículo publicado en el diario Información de Alicante el domingo, 11 de septiembre de 2016. (Pinchar aquí para ver enlace original)

El fiasco montado por el Gobierno de Mariano Rajoy con el fallido nombramiento de José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial (BM) ha demostrado, negro sobre blanco, demasiadas realidades. Cuestiones como la utilización compulsiva de falsedades y engaños por un Gobierno que parece haberlas convertido en seña de identidad incluso estando en funciones; la nula importancia que el Ejecutivo da a la evasión fiscal y a la utilización de mecanismos para evitar el pago de impuestos por parte de dirigentes del PP; el empleo de los puestos de representación internacional como destino de altos cargos quemados por sus escándalos; la falta de respeto a una sociedad que soporta con dureza los efectos de una crisis y de unas políticas austericidas mientras asiste a esta especie de reparto del botín por parte del partido gobernante; sin olvidar la irresponsabilidad de colocar al frente de importantes instituciones internacionales a personas que han tenido actuaciones inmorales y poco éticas que han contado con el rechazo social por haber actuado contra los intereses de nuestra sociedad.

Es evidente que estas y otras muchas cuestiones no cuentan para un Gobierno que vive de espaldas a la calle y a sus responsabilidades institucionales, porque al mismo tiempo todo ello ha añadido descrédito al papel de España ante organismos multilaterales en los que tenemos una escasa representación y donde llevamos años bajo mínimos, desde la extraña renuncia anticipada de Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Todo ello, cuando tanto el BM como el FMI, instituciones del llamado sistema de Bretton Woods (lugar donde tuvo lugar en el año 1944 la conferencia de Naciones Unidas que aprobó crear estos dos organismos para implantar en el mundo una nueva regulación del sistema monetario y del orden financiero, junto a la reconstrucción a llevar a cabo tras la Segunda Guerra Mundial), llevan años cuestionadas por las fallidas políticas que vienen aplicando así como por los escándalos protagonizados por sus dirigentes.

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Las verdaderas razones del Partido Popular tras la muerte de los inmigrantes en Ceuta

Ceuta

 

La muerte de 15 inmigrantes en aguas de Ceuta asediados por fuerzas de la Guardia Civil mientras eran disparados con balas y pelotas de goma, así como las justificaciones que el Gobierno y su ministro del Interior han dado ante esta atrocidad, ha llenado de indignación a amplios sectores de la sociedad española que desde hace años han demostrado ser mucho más solidarios y acogedores que buena parte de sus responsables políticos.

Pero no es casual que el Gobierno del PP, en estos precisos momentos, trate de colocar la inmigración como un problema inexistente entre la sociedad, precisamente cuando las encuestas y barómetros evidencian un cierto hartazgo de la ciudadanía hacia sus políticas de recortes salvajes y su complicidad con la corrupción. Al mismo tiempo, su actitud ante sucesos similares, muestra la falta de escrúpulos con que viene actuando ante la cuestión migratoria.

La responsabilidad del PP sobre la muerte de inmigrantes en Ceuta no debe interpretarse como una suma de torpezas y despropósitos que vulneran principios humanitarios y jurídicos esenciales, ni mucho menos. Lo que estamos viendo y escuchando día tras día es el fruto deliberado de una política calculadamente racista y xenófoba del PP, que desde hace tiempo viene desplegando actuaciones y un discurso cuasi criminal hacia la inmigración. Y esto hay que decirlo así, de forma muy clara, porque lejos de aprender sobre los errores y barbaridades que a lo largo de los años han venido amparando en esta materia en todos sus niveles políticos e institucionales, utiliza la inmigración y a los inmigrantes pobres como un instrumento electoral que le sirve para desviar la atención de la sociedad sobre otros temas que no quiere que sean centros de atención, al tiempo que lo utiliza para su beneficio electoral y partidista, afianzándose entre el electorado más rancio de la derecha española en momentos en los que ve amenazado este caladero de votos y quiere alinearse políticamente con la emergente derecha xenófoba europea.

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